No voy a dar aquí una serie de datos cronológicos o técnicos sobre esta magnífica obra de Richard Wagner, pues esto se puede encontrar en cualquier parte, pero me gustaría dar una visión personal (sin realmente pretender tampoco aportar nada original) sobre algunos aspectos de uno de los dramas musicales que más me gusta.
Wagner compuso esta obra en un período de bastante tranquilidad en su vida, cuando ya había pasado su etapa revolucionaria y su situación de pobreza. Bajo el mecenazgo de Luis II de Baviera se decidió el Maestro de Bayreuth a crear una obra con algún tinte trágico pero fundamentalmente optimista en la católica Nüremberg medieval. El tema central es la exaltación del Arte, cuya esencia queda magnificamente plasmada en las figuras de Walther y Sachs. Es interesante también observar cierta idea estética que queda reflejada en la obra y que tiene su origen en Schopenhauer, cuya influencia se nota en más de un aspecto de este drama, pese a que tampoco se considera como el más schopenhaueriano. Dicha idea es la del origen onírico o inconsciente del arte. Wagner hereda de Schopenhauer la concepción de la música como una forma de expresar la esencia misma del mundo más allá de todo concepto, y es por ello que mantiene la teoría de que el arte tiene su origen en esa esfera pre-racional que es el sueño. Nietzsche retomará esta idea y hablará de un tipo de arte dionisíaco y embriagante, que tiene relación también con lo onírico. Un ejemplo claro de esta idea se refleja en que el caballero Walther va a participar en un certamen de canto y encuentra su inspiración en un sueño matutino. Hans Sachs, el zapatero y maestro cantor, es quien ayuda al caballero para componer su canción cuando éste llega a su pequeño taller turbado por el sueño reciente:
Walther
Casi no me atrevo a pensar en él
pues temo que se me escape y lo olvide.
Sachs
Amigo mío, precisamente la tarea del poeta
es interpretar y recordar sus sueños.
Hay un momento que refleja esto de forma más directa, y no sólo en el poema, sino en la música, y es en el magnífico quinteto del tercer acto, donde Sachs, Walther, Eva y los dos criados entonan una de las páginas musicales más bellas de la Historia. Además de la exquisita musica que tiene un caracter totalmente embriagante y mágico, los personajes cantan: ¿Todavía estoy soñando? ,¿Estoy despierto o soñando? ...
Pero a parte de la temática sobre el arte, que luego veremos reflejada en el magnífico monólogo final de Hans Sachs, hay otro tema que se centra también en este personaje, y es además la parte trágica de la obra. Dicho tema trata del amor de éste por Eva y sobre todo de su renuncia sabia y estoica. Él la ama desde siempre realmente, pero sabe que no es lo mejor para ella, y pese a poder ganarla en matrimonio en el torneo de canto y poesía, ayuda al joven Walther, pues ha podido darse cuenta fácilmente de que Eva se ha enamorado de éste. Esta historia es una contrapartida optimista y con final feliz, de la leyenda de Tristán e Isolda, que además es una de las obras más importantes de Wagner. De hecho, Sachs lo expresa claramente en un momento, cuando le dice a Eva:
Niña mía, conozco la triste historia
de Tristán e Isolda.
Hans Sachs es inteligente y no quiere
correr la suerte del rey Marke.
Ha sido una suerte encontrar
a tiempo al que te conviene,
pues al final habría sucedido lo mismo.
Lo que hace es simplemente renunciar a Eva para dejarla ser feliz sin interponerse entre su amor con Walther; quiere su felicidad antes que la suya propia en un acto desinteresado y totalmente noble. Al fin y al cabo, este tema que parece "de fondo", es totalmente fundamental y otra vez claramente schopenhaueriano, pues la renuncia constituye el segundo eje fundamental de su ética, después de la compasión. Sachs constituye el claro ejemplo del héroe más maduro de Wagner, un héroe tipicamente cristiano, que como decía Schiller, demuestra su grandeza en la serenidad con la que enfrenta el sufrimiento. El mismo Wagner dijo de su personaje que "su alma tranquila y apaciguada, alcanza la serenidad suprema de una dulce y bienaventurada resignación".
En resumidas cuentas, esta obra tiene como centro fundamental la carismática y poderosa figura del zapatero y poeta Hans Sachs, al que yo personalmente considero como uno de los mejores personajes de Wagner, sino el mejor. Además de lo dicho es un modelo absoluto de ingenio, de buen humor, de caracter afable, humilde y virtuoso. Lo hace además muy atractivo el hecho de ser un gran poeta, un auténtico maestro venerado por todos, pero sin embargo trabaja como zapatero, una profesión sencilla pero vital para la ciudad y con la que cumple digna y puntualmente.
Se puede destacar además la magnifica ambientación de esta obra, que refleja la Nürnberg medieval de una manera luminosa y bellísima, donde la música juega un papel esencial con ligeros toques antiguos y populares. Además transcurre durante la fiesta del día de San Juan Bautista y los días anteriores, con lo que se muestra una imagen de colorido, guirnaldas de flores y danzas populares como las que aparecen en el tercer acto antes del torneo de canto y poesía.
Sin más, sólo queda ver un vídeo de una representación de la obra, concretamente de la canción de Walther en el Torneo, con la que gana a Eva en matrimonio, y el posterior monólogo de Hans Sachs sobre el arte y la tradición germánica.
Monólogo final de Hans Sachs
SACHS
¡No despreciéis el arte magistral!
Ya veis cómo os han ensalzado
al escuchar el canto que anhelaban.
No es vuestra noble cuna,
ni vuestros blasones, lanza y espada,
lo que hace que un maestro
os tome por yerno,
sino que seáis un poeta:
¡a eso podéis agradecer vuestra dicha!
Por ello, pensad ahora con gratitud:
¿cómo puede carecer de valor un arte
que ofrece y entrega tal premio?
Nuestros maestros lo han cultivado
y manteniéndose fieles a su sentido,
lo han conservado auténtico.
Y si no se ha conservado tan noble,
en el transcurso de los siglos,
como cuando príncipes y corte
a él se consagraban,
a pesar del embate del tiempo
se ha conservado alemán y verdadero:
y si no hubiera sido así,
¡Ved cuán honrado aún subsiste!
¿Qué más queréis de los maestros?
¡Tened cuidado, se ciernen
sobre nosotros grandes males!
Si el pueblo y el imperio alemanes,
decayeran bajo una extraña Majestad,
ningún príncipe velaría por su pueblo:
y modos de extranjera trivialidad
brotarían en la alemana tierra.
Nunca nadie sabría lo que es alemán
si no alentase del honor
de los maestros alemanes.
Os digo, pues, de nuevo:
¡Honrad a los maestros alemanes,
y conjuraréis a los buenos espíritus!
¡Y si os mostráis fiel a su influjo,
aunque se esfume como el humo
el Sacro Imperio Romano Germánico,
siempre existirá floreciente
el Sacro Reino del Arte Alemán!
PUEBLO
¡Honrad a los maestros alemanes,
y conjuraréis a los buenos espíritus!
Y si os mostráis fieles a su influjo,
aunque se esfume como el humo
el Sacro Imperio Romano Germánico,
siempre existirá floreciente
el Sacro Reino del Arte Alemán!
¡Salve, Sachs!
¡Gloria al gran Sachs de Núremberg!
Wagner compuso esta obra en un período de bastante tranquilidad en su vida, cuando ya había pasado su etapa revolucionaria y su situación de pobreza. Bajo el mecenazgo de Luis II de Baviera se decidió el Maestro de Bayreuth a crear una obra con algún tinte trágico pero fundamentalmente optimista en la católica Nüremberg medieval. El tema central es la exaltación del Arte, cuya esencia queda magnificamente plasmada en las figuras de Walther y Sachs. Es interesante también observar cierta idea estética que queda reflejada en la obra y que tiene su origen en Schopenhauer, cuya influencia se nota en más de un aspecto de este drama, pese a que tampoco se considera como el más schopenhaueriano. Dicha idea es la del origen onírico o inconsciente del arte. Wagner hereda de Schopenhauer la concepción de la música como una forma de expresar la esencia misma del mundo más allá de todo concepto, y es por ello que mantiene la teoría de que el arte tiene su origen en esa esfera pre-racional que es el sueño. Nietzsche retomará esta idea y hablará de un tipo de arte dionisíaco y embriagante, que tiene relación también con lo onírico. Un ejemplo claro de esta idea se refleja en que el caballero Walther va a participar en un certamen de canto y encuentra su inspiración en un sueño matutino. Hans Sachs, el zapatero y maestro cantor, es quien ayuda al caballero para componer su canción cuando éste llega a su pequeño taller turbado por el sueño reciente:
Walther
Casi no me atrevo a pensar en él
pues temo que se me escape y lo olvide.
Sachs
Amigo mío, precisamente la tarea del poeta
es interpretar y recordar sus sueños.
Hay un momento que refleja esto de forma más directa, y no sólo en el poema, sino en la música, y es en el magnífico quinteto del tercer acto, donde Sachs, Walther, Eva y los dos criados entonan una de las páginas musicales más bellas de la Historia. Además de la exquisita musica que tiene un caracter totalmente embriagante y mágico, los personajes cantan: ¿Todavía estoy soñando? ,¿Estoy despierto o soñando? ...
Pero a parte de la temática sobre el arte, que luego veremos reflejada en el magnífico monólogo final de Hans Sachs, hay otro tema que se centra también en este personaje, y es además la parte trágica de la obra. Dicho tema trata del amor de éste por Eva y sobre todo de su renuncia sabia y estoica. Él la ama desde siempre realmente, pero sabe que no es lo mejor para ella, y pese a poder ganarla en matrimonio en el torneo de canto y poesía, ayuda al joven Walther, pues ha podido darse cuenta fácilmente de que Eva se ha enamorado de éste. Esta historia es una contrapartida optimista y con final feliz, de la leyenda de Tristán e Isolda, que además es una de las obras más importantes de Wagner. De hecho, Sachs lo expresa claramente en un momento, cuando le dice a Eva:
Niña mía, conozco la triste historia
de Tristán e Isolda.
Hans Sachs es inteligente y no quiere
correr la suerte del rey Marke.
Ha sido una suerte encontrar
a tiempo al que te conviene,
pues al final habría sucedido lo mismo.
Lo que hace es simplemente renunciar a Eva para dejarla ser feliz sin interponerse entre su amor con Walther; quiere su felicidad antes que la suya propia en un acto desinteresado y totalmente noble. Al fin y al cabo, este tema que parece "de fondo", es totalmente fundamental y otra vez claramente schopenhaueriano, pues la renuncia constituye el segundo eje fundamental de su ética, después de la compasión. Sachs constituye el claro ejemplo del héroe más maduro de Wagner, un héroe tipicamente cristiano, que como decía Schiller, demuestra su grandeza en la serenidad con la que enfrenta el sufrimiento. El mismo Wagner dijo de su personaje que "su alma tranquila y apaciguada, alcanza la serenidad suprema de una dulce y bienaventurada resignación".
En resumidas cuentas, esta obra tiene como centro fundamental la carismática y poderosa figura del zapatero y poeta Hans Sachs, al que yo personalmente considero como uno de los mejores personajes de Wagner, sino el mejor. Además de lo dicho es un modelo absoluto de ingenio, de buen humor, de caracter afable, humilde y virtuoso. Lo hace además muy atractivo el hecho de ser un gran poeta, un auténtico maestro venerado por todos, pero sin embargo trabaja como zapatero, una profesión sencilla pero vital para la ciudad y con la que cumple digna y puntualmente.
Se puede destacar además la magnifica ambientación de esta obra, que refleja la Nürnberg medieval de una manera luminosa y bellísima, donde la música juega un papel esencial con ligeros toques antiguos y populares. Además transcurre durante la fiesta del día de San Juan Bautista y los días anteriores, con lo que se muestra una imagen de colorido, guirnaldas de flores y danzas populares como las que aparecen en el tercer acto antes del torneo de canto y poesía.
Sin más, sólo queda ver un vídeo de una representación de la obra, concretamente de la canción de Walther en el Torneo, con la que gana a Eva en matrimonio, y el posterior monólogo de Hans Sachs sobre el arte y la tradición germánica.
Monólogo final de Hans Sachs
SACHS
¡No despreciéis el arte magistral!
Ya veis cómo os han ensalzado
al escuchar el canto que anhelaban.
No es vuestra noble cuna,
ni vuestros blasones, lanza y espada,
lo que hace que un maestro
os tome por yerno,
sino que seáis un poeta:
¡a eso podéis agradecer vuestra dicha!
Por ello, pensad ahora con gratitud:
¿cómo puede carecer de valor un arte
que ofrece y entrega tal premio?
Nuestros maestros lo han cultivado
y manteniéndose fieles a su sentido,
lo han conservado auténtico.
Y si no se ha conservado tan noble,
en el transcurso de los siglos,
como cuando príncipes y corte
a él se consagraban,
a pesar del embate del tiempo
se ha conservado alemán y verdadero:
y si no hubiera sido así,
¡Ved cuán honrado aún subsiste!
¿Qué más queréis de los maestros?
¡Tened cuidado, se ciernen
sobre nosotros grandes males!
Si el pueblo y el imperio alemanes,
decayeran bajo una extraña Majestad,
ningún príncipe velaría por su pueblo:
y modos de extranjera trivialidad
brotarían en la alemana tierra.
Nunca nadie sabría lo que es alemán
si no alentase del honor
de los maestros alemanes.
Os digo, pues, de nuevo:
¡Honrad a los maestros alemanes,
y conjuraréis a los buenos espíritus!
¡Y si os mostráis fiel a su influjo,
aunque se esfume como el humo
el Sacro Imperio Romano Germánico,
siempre existirá floreciente
el Sacro Reino del Arte Alemán!
PUEBLO
¡Honrad a los maestros alemanes,
y conjuraréis a los buenos espíritus!
Y si os mostráis fieles a su influjo,
aunque se esfume como el humo
el Sacro Imperio Romano Germánico,
siempre existirá floreciente
el Sacro Reino del Arte Alemán!
¡Salve, Sachs!
¡Gloria al gran Sachs de Núremberg!
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