Tuesday, December 27, 2005

La triste Navidad (Cuento)

LA TRISTE NAVIDAD
por Jordi Mota


Si alguien hubiese pretendido que podía existir en el mundo un lugar más feliz que aquél, habría encontrado la firme oposición de Muk, Puk y Zuk.
Para ellos la vida y la felicidad eran una misma cosa. No concebían un mundo oscuro o triste, ni concebían que nadie lo concibiera, no entendían el dolor ni la falta de felicidad y por ello les parecía que todos los que rodeaban eran igual de felices.
Habían nacido hacía poco, es cierto. No tenían tampoco experiencia en la vida y apenas se diferenciaban de otros cientos que habitaban la misma granja, pero tenían algo que les distinguía, tenían un amigo. Su amigo se llamaba Javier y era nada menos que el hijo de los propietarios de la granja, por ello mientras los otros conejos permanecían en sus jaulas, ellos disponían de casi absoluta libertad. La misma escena tenía lugar cada mañana:- Muk, Puk, Zuk, ánimo. Es hora de jugar.
Estas palabras eran casi mágicas para ellos. La vida, la auténtica vida, empezaba a partir de ese momento. Y ese día no iba a ser diferente de los demás. ¡Al contrario! Por ignorados motivos la felicidad era desbordante ese día. Había coros de niños cantando, otros que corrían en trineos y unos pocos haciendo trabajosamente muñecos de nieve. Muk, Puk y Zuk estaban como atontados ante tanta actividad y escuchaban las canciones que cantaban los niños. Todos tenían casi la misma letra. Hablaban de Jesús, de María , de José, de Belén, de Nazareth, del Cielo, del amor... Poco a poco fueron comprendiendo el motivo y la causa de tanta alegría y por ello los sorprendió todavía más ver el rostro de su madre.
- ¿Qué te pasa mamá? ¿Por qué estás triste? Alégrate mamá. Hoy todo el mundo es feliz, todos los niños juegan, todos corren, todos cantan... pero mamá, ¿qué te pasa?
- No me pasa nada - dijo la madre -. Estoy perfectamente bien. Me alegra mucho que estés contento y de que Javier sea tan bueno con nosotros.
Sin embargo, y pese a esas consoladoras palabras, la madre de Muk, Puk y Zuk apenas podía contener sus lágrimas. Ya de noche, aprovechando la oscuridad y asegurándose de que nadie la veía, no pudo contener más su llanto.
- Dios mío, tu que eres infinitamente bueno, concédeme un humilde deseo. No permitas que hoy se lleven a ninguno de mis hijos. Papá y yo hemos vivido bastante, pero ellos son demasiado felices y demasiado jóvenes, déjales vivir todavía algún tiempo para que conozcan el hermoso mundo que tu has creado.
Mientras mamá conejo se hallaba sumida en el más profundo dolor, Javier iba a tener ocasión de recrear su vista en un espectáculo portentoso que nunca había visto. Toda su familia se había trasladado a la ciudad para asistir a la misma del gallo, y al entrar en la Catedral la impresión no podía ser mayor. La iluminación, la nave gótica cuajada de cirios encendidos, la música del órgano, el coro, el olor a incienso y allí en medio, con un antuendo que a Javier se le antojó sumamente majestuoso, el Obispo, el reverendo Obispo cuyas palabras eran escuchadas por todos con santa devoción.
- Hoy conmemoramos el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, hoy pues ha de ser un día de amor, de perdón, de amistad. Dios envió a su hijo a la muerte para darnos la vida y nosotros hoy, siguiendo su ejemplo, hemos de dar la vida a cuanto nos rodea. Hemos de olvidar rencores y odios y pagar con bondad el mal que nos hayan podido hacer. Hoy no puedo haber enemigos, sino sólo amor.
Los padres de Javier estaban impresionados por la ceremonia.
- Hermosas palabras las de esta noche- decía el padre -. Es un digno Obispo pues sabe transmitirnos el más puro espíritu de Cristo.
Después de un ajetreado viaje llegaron por fin a casa.
- Vamos querida. Empieza a preparar la cena que pronto vendrán los invitados. Recuerda que hoy es Nochebuena y has de guisar mejor que nunca.
La madre de Javier asintiendo con la cabeza, abrió la puerta del patio y avanzó en medio de la noche.
- ¡Papá, Papá! - empezó a gritar mamá conejo -. Ya vienen, es la hora. Coloquémonos cerca de la puerta.
- ¿Qué pasa mamá? - preguntaban los niños -.
- No pasa nada. Nosotros os protegeremos. Poneros al fondo de la jaula.
Una mano penetró en la jaula, buscó y rebuscó cogiendo al fin a mamá conejo por las patas traseras y llevándosela. Ella girando su cabeza todavía movía sus patas delanteras en señal de despedida.- ¡Mamá, mamá! -gritaban sus hijos-. ¡Se llevan a mamá! ¡Mamá, no te vayas!
Estas últimas palabras apenas fueron un sollozo.
- Papá, ¿qué es lo que pasa? Por qué se llevan a mamá?
Papá conejo no pudo contener tampoco sus lágrimas y no le quedó más remedio que explicar la situación a sus hijos.
- Mamá y yo os lo queríamos ocultar, pero ya no tengo fuerzas para disimular más. Se han llevado a mamá para que les sirvamos de alimento.
Los tres habían escuchado desolados estas palabras y fue Muk el único que se atrevió a hablar.
- ¿No volveremos a ver a mamá?
- No. No la volveremos a ver nunca más.
Puk y Zuk al oir estas palabras empezaron a llorar desconsoladoramente. Muk aún tuvo fuerzas para preguntar:
- ¿Y tu papá? ¿Te perderemos también a tí?
- Si hijo.
Y diciendo estas palabras abrazó a sus tres hijos y todos quedaron sollozando.
Muk volvió sin embargo a querer profundizar en el misterio de este ritual humano.
- ¿Cómo pueden ser los hombres tan malos? Nosotros no matamos a nadie.
- No son malos, Muk. No piensan en el daño que nos hacen. Han sido educados así y actuan de esta manera por costumbre. Las personas más buenas del mundo no por ello dejan de matarnos para celebrar sus fiestas. Pero si Dios Nuestro Señor lo ha dispuesto así, es que es su deseo y debemos aceptarlo.
A la mañana siguiente, cuando Javier se acercó a la jaula como cada día,quedó perplejo.
- Pero, ¿qué os pasa... ? "¿Donde está vuestra madre...? ¿No queréis jugar?
- Salid a jugar - les decía papá conejo -. Javier no tiene la culpa de nada.
Pero no pudo convencerlos.
- Mañana volveré - dijo Javier -. Espero que estéis de mejor humor.
Pero una vez se fué Javier, papá conejo les habló muy seriamente:
- Hoy es el día de nuestra mayor desventura. Miles de animales somos muertos para ser comidos. Nunca se sabe lo que puede pasar y es mejor estar tranquilos de conciencia. Recemos por nuestra madre y para nosotros mismos, para que muramos sin sufrimiento y seamos perdonados.
Apenas se pusieron a rezar cuando vieron a lo lejos una sombra que se acercaba. Se abrió la puerta y uno tras otro fueron cogidos. Sólo Muk quedó en la jaula. Por todos los medios intentó acompañarlos, gritó, pataleó, gritó, pero la puerta se cerró en su hocico.
- Muk, sé valiente hijo. Piensa en nosotros.
Cuando Javier entró en la cocina pudo presenciar un espectáculo horrible. Las mesas estaban manchadas de sangre y llenas de cuchillos también ensangrentados. Las cabezas de sus buenos amigos se hallaban en el cubo de la basura. Javier no podía dar crédito a sus ojos.
-¡Mamá! ¿Qué has hecho?- Javier, no te preocupes. Unos han de morir para que otros vivan...Javier sin hacer caso de su madre salió rapidamente hacia el corral.
- Muk, Muk, perdóname. Yo no sabía nada, yo jamás hubiese hecho nada. Perdóname Muk. Odio a mis padres con toda mi alma.
Muk se compadeció del pobre muchacho y quiso consolarle:
- Javier, no llores. Tu no tienes la culpa, es verdad, pero tampoco tus padres. Ellos no piensan que nos hacen daño. Mi papá que dijo que los hombres no eran malos por hacer esto, sino que simplemente no pensaban en lo que hacían. Javier, perdónalos. Nuestro Señor perdonó a sus enemigos diciendo que no sabían lo que hacían, perdonalos tu también, pues tampoco saben lo que hacen.
Muk había consolado a Javier, pero él mismo se hallaba hundido hasta lo más profundo. Se hallaba terriblemente solo, abandonado. No deseaba otra cosa que seguir el destino de sus hermanos. De pronto, a lo lejos, en medio de la noche, distinguió una figura que se acercaba. A medida se hallaba más cerca vió que se trataba de un anciano, enjuto, con una luenga barba blanca y con un vestido marrón de la cabeza a los pies.
- Hola Muk - le dijo el desconocido -.
- ¿Ha llegado ya mi hora? - le respondió Muk.
- Si Muk. Te ha llegado la hora de ser libre, de correr por los campos y recorrer el mundo.
- ¿A mi no me van a matar?
- No Muk. Yo soy Francisco y soy tu amigo. Dios Nuestro Señor me llamó ayer y me dijo que bajase a la tierra para darte la libertad. Nuestro Señor escuchó lo que decías a Javier. Tu has sabido pagar el daño con amor, has sabido perdonar a tus enemigos y no tener odio. Tu, más que nadie, has sabido celebrar esta Navidad, pues has hecho con tus palabras lo que Jesucristo con su ejemplo. Nuestro Señor quiere que seas muy feliz.
- Pero yo nunca podré ser feliz sin mi papá, mi mamá, sin Puk y Zuk.
- Ah, es verdad, se me olvidaba. Me han dado recuerdos para tí.
- ¿Para mí? ¿Los has visto?
- ¡Claro que los he visto! Vivimos juntos allí arriba.
- ¿Dónde?
- Allí - dijo señalando al firmamento -. ¿Ves aquella estrella tan luminosa? Pues un poco a la derecha hay un camino formado por pequeñas estrellas que conduce a mi casa.- ¿Y están bien allí? ¿Cómo es aquello?
- Claro que están bien. Aquello es... ¿Cómo te diría yo? Es un inmenso prado cuajado de la más hermosas flores, pero como este prado está siempre verde y fresco, las flores nunca se marchitan. Constantemente oyes los cantos más melodiosos de los pájaros y ves correr a todos los animales y como allí nadie muere, nadie necesita matar para vivir. El sol lo ilumina siempre todo, pero cuando queremos llueve para refrescarnos. En Navidad, claro, nieva un poco y así podemos ir con trineos y hacer muñecos de nieve. Ayudamos a Santa Claus a hacer sus paquetes y siempre es generoso con nosotros. Todos seamos muy felices allí, tan felices que tus padres estaban deseando que te llevase allí, pero Nuestro Señor ha querido que antes puedas conocer este mundo donde vives.
Dicho este Francisco abrió la puerta e indicó a Muk que saliera.
- ¿Seré libre? ¿Podré correr por el corral?- Por el corral y por el mundo. Corre, salta, juega y al final ven con nosotros.
- Gracias Francisco, gracias. Recuerdos a papá y a mamá, a Puk y Zuk.
Muk pudo vivir libre y aunque Javier quedó desconsolado al ver por la mañana que no estaba, pensó que era lo mejor. No tuvo nunca rencor a sus padres por lo que habían hecho, pero cada año por Navidad, para celebrar el Nacimiento de Cristo, en vez de matar daba la vida y así en esas señaladas fechas compraba conejos, peces, pájaros... y los dejaba en libertad, quedándose extasiado viéndoles partir velozmente. Así se sentía contento y estaba convencido de que a Nuestro Señor le agradería más su actitud que la de matar y comer.

Sunday, December 18, 2005

Ernst von Dombrowski

ERNST VON DOMBROWSKI, el artista de la madera


Si algo nos cautiva de las obras de este artista que presentamos en este número, es la facilidad que tiene para cautivar al espectador de una sola mirada. Sus sugestivos y sugerentes cuadros, escenas simples, sencillas, emotivas, sus evocadoras figuras y sus planteamientos escénicos, hacen que al contemplarlo, nos surja un ¡oh! interior que emana de la belleza en su estado puro.
Dombrowski trabajó el grabado en madera como pocas lo hicieron, al menos con tal maestría. Hizo más de 2.000 obras, y pese al corto margen de identidad que tiene tal genero artístico, marcó con fuerza y con un sello propio, todas sus obras.
Nacido un 12 de septiembre de 1896 en Emmersdorf an der Donau, en Austria, von Dombrowski iba a tener una infancia muy especial, dada la naturaleza de su padre, escritor de novelas, de cuentos, poesías y demás géneros de la literatura. De este ambiente familiar, surgirán más tarde cuadros e imágenes que pergeñarán las primeras obras de nuestro artista.
Por razones de salud del padre, se vieron obligados a varios traslados, desde la lejana Bohemia, el este de Europa, hasta parar a Austria, siempre en esa franja geográfica. El joven Dombrowski se mueve, pues, en diferentes latitudes territoriales y regionales; estudiará enseguida arte en Graz, luego en Vena, aunque su juventud estará marcada por las tierras de Estiria.
Con apenas 18 años se enrola en la guerra europea y combatirá en los frentes polaco y ruso, sin mayores contratiempos. En 1924 se instala en Graz donde se casará. Anteriormente hizo un intento fallido de quedarse en Berlín, donde incluso montó su taller artístico, pero su tierra natal le atrajo seductoramente.
Sus primeros pasos en el mundo del arte recorrerán todos los géneros habidos, destacando en sus pinturas y dibujos para ilustrar cuentos infantiles, así como para narraciones históricas o de aventuras. También destacaría en sus dibujos de desnudos femeninos. Pero con su pluma y su lápiz diseñaría asimismo escenas políticas, costumbristas, paisajísticas, obras clásicas, en fin, toda la gama normal que recorre todo artista que busca un camino, su camino, para personalizarse.
Su hora le llega en 1934, cuando finalmente encuentra la vía artística que siempre había soñado, donde se encontrará más a gusto, y que le permitirá trabajar y crear con su marca propia: el grabado en madera. Con ciertas influencias expresionistas, Dombrowski se presentará a diferentes concursos, y empezará a darse a conocer. De 1935 a 1938 creará una serie de personajes históricos masculinos, bajo el título de "Bildnisse deutscher Männer", 14 grabados en madera con, entre otros, los retratos de Walther von der Vogelweide, Kant, Ulrich von Hutten, Enrique I (adquirida por el Jefe del Estado), Götz von Berlichingen, etc... Será su primera obra, o serie, realmente popular y que le valdrá la estima de público y crítica.
A partir de entonces le lloverán las ofertas y los encargos. Colaborará en diversas revistas y semanarios, ilustrando todo tipo de cosas. En 1938 será nombrado profesor y director de una de las clases de artes gráficas en la Academia de Artes aplicadas de Munich. Es responsable de los servicios culturales del Partido alemán de aquella época en Estiria.
Sus exposiciones van en aumento, y sus obras se venden rápidamente. Empieza su proyección europea. Pero la guerra trunca en cierta manera esa fulgurante carrera, siendo movilizado en 1941 como oficial en el frente del este. Aún así, hace una gran exposición de sus obras en la "Junge Kunst im Deutschen Reich" en Vena en 1943, con un éxito total y absoluto.
Desgraciadamente para el arte, ese mismo año de 1943, su taller es bombardeado y totalmente destruido por los bombarderos aliados. En 1944 publica un libro de ilustraciones, el último en ese periodo bélico, bajo el título "Herzhafter Soldatenkalender" (Calendario de los bravos soldados) cuya edición será prácticamente destruida en otro bombardeo sobre Frankfurt en 1945.
En 1945, acabada la guerra, es detenido por los americanos y es internado durante dos años en un campo de concentración cerca de Salzburg.
Rehace en parte su vida en 1948 instalándose en la Alta Baviera, en Siegsdorf, donde se construirá una casa. Prosigue, a sus 54 años su labor de diseñador e ilustrador, preferentemente para libros infantiles. A partir de 1951 colabora asiduamente en ilustrar varios calendarios anuales, el "Herzhafter Hauskalender", el "Unsere Kinder", y el "Freundesgabe".
En los 50, a finales, llegan los primeros reconocimientos y premios post‑bélicos, recibiendo la Medalla "Erzherzog Johann" en 1959 y la "Wappenadler" de la ciudad de Krems. En 1971 recibe el premio Rosegger.
En los 70 y los 80 expone en varias salas, y sigue cosechando premios. El mismo instaura uno, en 1982, a modo de Fundación, para los nuevos artistas en Estiria. Al año siguiente, en 1983, se hace una enorme exposición en Salzburg, con más de 200 grabados y 140 dibujos, y ese mismo año se le concede, por parte del gobierno austriaco, la Gran Cruz al Mérito de la República Austriaca.
A partir de ahí, y hasta el final de sus días, recogerá premio tras premio, menciones honoríficas, y múltiples distinciones, siendo dignificado y consagrado como uno de los mayores artistas austriacos del siglo. Su mayor orgullo, el haber sido nombrado ciudadano de honor de Siegsdorf.
Muere el artista en 1985 en esta población, su obra fue legada a la ciudad de Graz y a la fundación del Heimatmuseum de Traunstein.
El nonagenario artista nos ha dejado una inmensa obra de una calidad extraordinaria. Muchos de sus grabados diríase que son transplantes de la obra de Caspar David Friedrich pero en grabados de madera. Sus árboles, sus cielos, su naturaleza, sus paisajes desoladores, sugieren muchas cosas, y el romanticismo planea siempre entre sus dibujos. Pero al mismo tiempo, los rostros que nos traza Dombrowski traspasan la madera para llevarnos más allá del tiempo real, para enmarcarnos en la época antigua.
Como siempre, un artista reconocido (en su país), pero desconocido para el resto del mundo. Pero de nuevo nos remitimos a la frase del inmortal Gracián, que decía que si este no es su siglo, otro mismo año se le concede, por parte del gobierno austriaco, la Gran Cruz al Mérito de la República Austriaca.
A partir de ahí, y hasta el final de sus días, recogerá premio tras premio, menciones honoríficas, y múltiples distinciones, siendo dignificado y consagrado como uno de los mayores artistas austriacos del siglo. Su mayor orgullo, el haber sido nombrado ciudadano de honor de Siegsdorf. Muere el artista en 1985 en esta población, su obra fue legada a la ciudad de Graz y a la fundación del Heimatmuseum de Traunstein.


(Extraído de El barco vikingo, revista de arte, tradición y cultura)

Thursday, October 20, 2005

Poesía romántica (parte III)

Lepanto
G.K. Chesterton
Blancos los surtidores en los patios del sol;
El Sultán de Estambul se ríe mientras juegan.
Como las fuentes es la risa de esa cara que todos temen,
Y agita la boscosa oscuridad, la oscuridad de su barba,
Y enarca la media luna sangrienta, la media luna de sus labios,
Porque al más íntimo de los mares del mundo lo sacuden sus barcos.
Han desafiado las repúblicas blancas por los cabos de Italia,
Han arrojado sobre el León del Mar el Adriático,
Y la agonía y la perdición abrieron los brazos del Papa,
Que pide espadas a los reyes cristianos para rodear la Cruz.
La fría Reina de Inglaterra se mira en el espejo;
La sombra de los Valois bosteza en la Misa;
De las irreales islas del ocaso retumban los cañones de España,
Y el Señor del Cuerno de Oro se está riendo en pleno sol.
Laten vagos tambores, amortiguados por las montañas,
Y sólo un príncipe sin corona, se ha movido en un trono sin nombre,
Y abandonando su dudoso trono e infamado sitial,
El último caballero de Europa toma las armas,
El último rezagado trovador que oyó el canto del pájaro,
Que otrora fue cantando hacia el sur, cuando el mundo entero era joven.
En ese vasto silencio, diminuto y sin miedo
Sube por la senda sinuosa el ruido de la Cruzada.
Mugen los fuertes gongs y los cañones retumban,
Don Juan de Austria se va a la guerra.
Forcejean tiesas banderas en las frías ráfagas de la noche,
Oscura púrpura en la sombra, oro viejo en la luz,
Carmesí de las antorchas en los atabales de cobre.
Las clarinadas, los clarines, los cañones y aquí está él.
Ríe Don Juan en la gallarda barba rizada.
Rechaza, estribando fuerte, todos los tronos del mundo,
Yergue la cabeza como bandera de los libres.
Luz de amor para España ¡hurrá!
Luz de muerte para África ¡hurrá!
Don Juan de Austria
Cabalga hacia el mar.
Mahoma está en su paraíso sobre la estrella de la tarde
(Don Juan de Austria va a la guerra.)
Mueve el enorme turbante en el regazo de la hurí inmortal,
Su turbante que tejieron los mares y los ponientes.
Sacude los jardines de pavos reales al despertar de la siesta,
Y camina entre los árboles y es más alto que los árboles,
Y a través de todo el jardín la voz es un trueno que llama
A Azrael el Negro y a Ariel y al vuelo de Ammon:
Genios y Gigantes,
Múltiples de alas y de ojos,
Cuya fuerte obediencia partió el cielo
Cuando Salomón era rey.
Desde las rojas nubes de la mañana, en rojo y en morado se precipitan,
Desde los templos donde cierran los ojos los desdeñosos dioses amarillos;
Ataviados de verde suben rugiendo de los infiernos verdes del mar
Donde hay cielos caídos, y colores malvados y seres sin ojos;
Sobre ellos se amontonan los moluscos y se encrespan los bosques grises del mar,
Salpicados de una espléndida enfermedad, la enfermedad de la perla;
Surgen en humaredas de zafiro por las azules grietas del suelo,
-Se agolpan y se maravillan y rinden culto a Mahoma.
Y él dice: Haced pedazos los montes donde los ermitaños se ocultan,
Y cernid las arenas blancas y rojas para que no quede un hueso de santo
Y no déis tregua a los rumíes de día ni de noche,
Pues aquello que fue nuestra aflicción vuelve del Occidente.
Hemos puesto el sello de Salomón en todas las cosas bajo el sol
De sabiduría y de pena y de sufrimiento de lo consumado,
Pero hay un ruido en las montañas, en las montañas y reconozco
La voz que sacudió nuestros palacios -hace ya cuatro siglos:
¡Es el que no dice "Kismet"; es el que no conoce el Destino,
Es Ricardo, es Raimundo, es Godofredo que llama!
Es aquel que arriesga y que pierde y que se ríe cuando pierde;
Ponedlo bajo vuestros pies, para que sea nuestra paz en la tierra.
Porque oyó redoblar de tambores y trepidar de cañones.
(Don Juan de Austria va a la guerra)
Callado y brusco -¡hurrá!
Rayo de Iberia
Don Juan de Austria
Sale de Alcalá.
En los caminos marineros del norte, San Miguel está en su montaña.
(Don Juan de Austria, pertrechado, ya parte)
Donde los mares grises relumbran y las filosas marcas se cortan
Y los hombres del mar trabajan y las rojas velas se van.
Blande su lanza de hierro, bate sus alas de piedra;
El fragor atraviesa la Normandía; el fragor está solo;
Llenan el Norte cosas enredadas y textos y doloridos ojos
Y ha muerto la inocencia de la ira y de la sorpresa,
Y el cristiano mata al cristiano en un cuarto encerrado
Y el cristiano teme a Jesús que lo mira con otra cara fatal
Y el cristiano abomina de María que Dios besó en Galilea.
Pero Don Juan de Austria va cabalgando hacia el mar,
Don Juan que grita bajo la fulminación y el eclipse,
Que grita con la trompeta, con la trompeta de sus labios,
Trompeta que dice ¡ah!
¡Domino Gloria!
Don Juan de Austria
Les está gritando a las naves.
El rey Felipe está en su celda con el Toisón al cuello
(Don Juan de Austria está armado en la cubierta)
Terciopelo negro y blando como el pecado tapiza los muros
Y hay enanos que se asoman y hay enanos que se escurren.
Tiene en la mano un pomo de cristal con los colores de la luna,
Lo toca y vibra y se echa a temblar
Y su cara es como un hongo de un blanco leproso y gris
Como plantas de una casa donde no entra la luz del día,
Y en ese filtro está la muerte y el fin de todo noble esfuerzo,
Pero Don Juan de Austria ha disparado sobre el turco.
Don Juan está de caza y han ladrado sus lebreles-
El rumor de su asalto recorre la tierra de Italia.
Cañón sobre cañón, ¡ah, ah!
Cañón sobre cañón, ¡hurrá!
Don Juan de Austria
Ha desatado el cañoneo.
En su capilla estaba el Papa antes que el día o la batalla rompieran.
(Don Juan está invisible en el humo)
En aquel oculto aposento donde Dios mora todo el año,
Ante la ventana por donde el mundo parece pequeño y precioso.
Ve como en un espejo en el monstruoso mar del crepúsculo
La media luna de las crueles naves cuyo nombre es misterio.
Sus vastas sombras caen sobre el enemigo y oscurecen la Cruz y el Castillo
Y velan los altos leones alados en las galeras de San Marcos;
Y sobre los navíos hay palacios de morenos emires de barba negra;
Y bajo los navíos hay prisiones, donde con innumerables dolores,
Gimen enfermos y sin sol los cautivos cristianos
Como una raza de ciudades hundidas, como una nación en las ruinas,
Son como los esclavos rendidos que en el cielo de la mañana
Escalonaron pirámides para dioses cuando la opresión era joven;
Son incontables, mudos, desesperados como los que han caído o los que huyen
De los altos caballos de los Reyes en la piedra de Babilonia.
Y más de uno se ha enloquecido en su tranquila pieza del infierno
Donde por la ventana de su celda una amarilla cara lo espía,
Y no se acuerda de su Dios, y no espera un signo-
(¡Pero Don Juan de Austria ha roto la línea de batalla!)
Cañonea Don Juan desde el puente pintado de matanza.
Enrojece todo el océano como la ensangrentada chalupa de un pirata,
El rojo corre sobre la plata y el oro.
Rompen las escotillas y abren las bodegas,
Surgen los miles que bajo el mar se afanaban
Blancos de dicha y ciegos de sol y alelados de libertad.
¡Vivat Hispania!
¡Domino Gloria!
¡Don Juan de Austria
Ha dado libertad a su pueblo!
Cervantes en su galera envaina la espada
(Don Juan de Austria regresa con un lauro)
Y ve sobre una tierra fatigada un camino roto en España,
Por el que eternamente cabalga en vano un insensato caballero flaco,
Y sonríe (pero no como los Sultanes), y envaina el acero...
(Pero Don Juan de Austria vuelve de la Cruzada.)


SEXTINA: ALTAFORTE
Ezra Pound

HABLA: Bertran de Born.
Dante Alighieri puso a este hombre en el infierno
porque siempre estaba buscando pelea.
Eccovi!
Juzgad vosotros:
¿Lo he sacado de la tumba?
La escena ocurre en su castillo, Altaforte. «Papiols» es su juglar.
«El Leopardo» es el emblema de Ricardo Corazón de León.

I
¡Maldición! Todo este sur apesta a paz.
¡Perro hijo de puta, Papiols, ven! ¡Que haya música!
Tan solo vivo cuando chocan las espadas.
Pero ¡ah!, cuando veo enfrentarse a los estandartes de
oro, púrpura y marta cebellina,
y a los anchos campos volverse carmesíes debajo de ellos,
entonces aúllo hasta que mi corazón casi enloquece de regocijo.

II
En el cálido verano tengo gran regocijo
cuando las tempestades matan la paz hedionda de la
tierra
y los relámpagos del cielo negro resplandecen carmesíes,
y los truenos feroces me rugen su tonada
y los vientos chillan entre las nubes enloquecidas,
enfrentados,
y por todos los cielos hendidos chocan las espadas de
Dios.

III
¡Quiera el infierno que pronto oigamos chocar de nuevo
las espadas!
¡Y el relincho frenético de los destreros regodeándose
en la batalla,
enfrentando entre sí sus petos erizados de púas!
¡Más vale una hora de combate que un año de paz
con comidas grasientas, alcahuetas, vino y delicada
música
¡Bah! ¡No hay vino como la sangre carmesí!

IV
Me encanta ver salir el sol carmesí como la sangre.
Y contemplo cómo sus lanzas chocan con la oscuridad
y me llena el corazón de regocijo
y la boca se me llena de música disoluta
cuando así lo veo burlarse y desafiar la paz,
su voluntad solitaria enfrentada a toda la oscuridad.

V
El hombre que teme la guerra y se atrinchera
oponiéndose
a mis palabras en pro de la batalla, ese no tiene sangre
carmesí,
sino que solamente sirve para pudrirse en la paz
mujeril, lejos de donde se gana el honor y las espadas chocan.
Por la muerte de esas furcias yo siento gran alegría;
oh, sí, y el aire lo lleno con mi música.

VI
¡Papiols, Papiols! ¡Que haya música!
No hay otro ruido como espadas contra espadas,
no hay grito como el regocijo de la batalla
cuando nuestros codos y espadas gotean carmesí
y nuestras embestidas chocan con la carga del
«Leopardo».
¡Que Dios maldiga por siempre a los que piden «Paz»!

VII
¡Y que la música de las espadas las vuelva carmesíes!
¡Quiera el infierno que oigamos nuevamente chocar las
espadas!
¡Que el infierno tiña de negro por siempre el mero
pensamiento «Paz»!


ORACIÓN
Ezra Pound

Gran Dios, si estamos condenados a ser, apenas, sueños
permite que nuestros sueños hagan temblar al mundo
y que así, soñando, seamos los dueños del orbe.
Deja que seamos las sombras que conmuevan al mundo
y que nos apoderemos de éste, aún sabiendo bien
que, nosotros los sueños, somos unas sombras.
Dios Todo-Poderoso, si los hombres son como espectros,
pálidos y enfermos que han de vivir habitando en estas
brumosas penumbras, temblando la amenaza de las sombras
e intentan alumbrarla acelerando el paso para alejarla;
Sí tus hijos, oh gran Dios, son finezas tan efímeras,
te pido, desde dentro, que traigas el caos destructor
y que engendres algún nuevo linaje de buenos titanes
que amontone las colinas y anime otra vez la tierra.

Cimmeria.

Robert E. Howard

Recuerdo
Los bosques oscuros, que ocultaban laderas de sombrías colinas;
el arco plomizo y perenne de las nubes grisáceas;
los oscuros arroyos que fluían en completo silencio.
y los vientos solitarios que susurraban por los pasos.


Paisaje sobre paisaje, colinas sobre colinas,
ladera tras ladera, tapizadas todas de árboles tétricos,
se extiende nuestra severa tierra. Tanto que, cuando un hombre
coronaba un picacho y miraba, cubriéndose los ojos,
no veía sino paisaje sobre paisaje, colina sobre colina
ladera tras ladera, encapuchadas todas, como sus hermanas.

Era una tierra sombría que parecía albergar
todos los vientos, las nubes y los sueños que rehuyen la luz del sol,
de ramas desnudas que estremecían los solitarios vientos,
presidida toda ella por las lúgubres florestas,
que ni alcanzaba a iluminar ese raro visitante, el sol
que cosía sombras menudas a las figuras de los hombres; la llamaban
Cimmeria, tierra de Oscuridad y de profunda Noche.

Fue hace tanto, y tan lejos
que he olvidado el nombre por el que me llamaban.
El hacha y la lanza de punta de piedra son como un sueño,
las cacerías y las guerras, sombras. Recuerdo
solo la quietud de esta tierra sombría;
las nubes que se apiñaban sobre las colinas;
el crepúsculo de los bosques interminables.
Cimmeria, tierra de la Oscuridad y de la Noche.

Oh, alma mía, nacida entre colinas oscuras,
entre nubes y vientos y fantasmas que rehuyen el sol.
¿Cuántas muertes necesitarás para quebrar al fin
esta heredad que me envuelve en la gris
mortaja de los fantasmas? Busco en mi corazón y encuentro a
Cimmeria, tierra de la Oscuridad y de la Noche.


NOTA: Escrito en Mission, Texas, febrero de 1932; sugerido por la visión de las colinas que se alzan sobre Fredricksburg bajo la neblina de un chaparrón invernal. ROBERT E. HOWARD.

Wednesday, October 19, 2005

Poesía romántica (parte II, prosa poética)

Las penas del joven Werther (fragmentos)
Johann Wolfgang von Goethe

Sí; yo no soy otra cosa que un viajero, un peregrino en el mundo. ¿Y tú? ¿Eres algo más?
(...)
¿Qué es, pues, el hombre, ese semidiós tan ensalzado? ¿No le faltan las fuerzas cuando más las necesita? Y cuando bate sus alas en el cielo de los placeres, lo mismo que cuando se sumerge en la desesperación, ¿no se ve siempre detenido y condenado a convencerse de que es débil y pequeño, él, que esperaba perderse en lo infinito?
(...)
Anoche salí. Sobrevino súbitamente el deshielo y supe que el río había salido de madre, que todos los arroyos de Wahlheim corrían desbordados y que la inundación era completa en mi querido valle. Me dirigí a él cuando rayaba la media noche, y presencié un espectáculo aterrador. Desde la cumbre de una roca vi, a la claridad de la luna, revolverse los torrentes por los campos, por las praderas y entre los vallados, devorándolo y sumergiéndolo todo; vi desaparecer el valle; vi, en su lugar, un mar rugiente y espumoso, azotado por el soplo de los huracanes. Después, profundas tinieblas; después, la luna, que aparecía de nuevo para arrojar una siniestra claridad sobre aquel soberbio e imponente cuadro. Las olas rodaban con estrépito..., venían a estrellarse a mis pies violentamente... Un extraño temblor y una tentación inexplicable se apoderaron de mí. Me encontraba allí con los brazos extendidos hacia el abismo, acariciando la idea de arrojarme en él. Sí, arrojarme y sepultar conmigo en su fondo mis dolores y sufrimientos. Pero ¡ay!, ¡qué desgraciado soy! No tuve fuerzas para concluir de una vez con mis males; mi hora no ha llegado todavía, lo conozco. ¡Ah, Guillermo!, ¡con qué placer hubiera dado esta pobre vida humana para confundirme con el huracán, rasgar con él los mares y agitar sus olas! ¡Ah!, ¿no alcanzaremos nunca esta dicha los que nos consumimos en nuestra prisión?
¡Qué tristeza se apoderó de mí cuando mis ojos se fijaron en el sitio donde había descansado con Carlota, bajo un sauce, después de un largo paseo! También allí había llegado la inundación, y a duras penas pude distinguir la copa del sauce. Pensé entonces en la casa de Carlota, en sus prados... El torrente debía de haber arrancado también nuestros pabellones y destruído nuestros lechos de césped. Un luminoso rayo del pasado brilló delante de mi alma, como brilla en los sueños de un cautivo una ola de luz que le finge praderas, ganados o grandezas de la vida. Yo estaba allí, de pie... ¡ah!, ¿es que me falta valor para morir? Yo debía... Y, sin embargo, heme aquí como una pobre vieja que recoge del suelo sus andrajos y va, de puerta en puerta, pidiendo pan para sostener y prolongar un instante más su miserable vida.



Hiperión (fragmento)
Friedrich Hölderlin

¡Feliz naturaleza! No sé lo que me pasa cuando alzo los ojos ante tu belleza, pero en las lágrimas que lloro ante ti, la bienamada de las bienamadas, hay toda la alegría del cielo.
Todo mi ser calla y escucha cuando las dulces ondas del aire juegan en torno de mi pecho. Perdido en el inmenso azul, levanto a menudo los ojos al Éter y los inclino hacia el sagrado mar, y es como si un espíritu familiar me abriera los brazos, como si se disolviera el dolor de la soledad en la vida de la divinidad.
Ser uno con todo, ésa es la vida de la divinidad, ése es el cielo del hombre.
Ser uno con todo lo viviente, volver, en un feliz olvido de sí mismo, al todo de la naturaleza, ésta es la cima de los pensamientos y alegría, ésta es la sagrada cumbre de la montaña, el lugar del reposo eterno donde el mediodía pierde su calor sofocante y el trueno su voz, y el hirviente mar se asemeja a los trigales ondulantes.
¡Ser uno con todo lo viviente! Con esta consigna, la virtud abandona su airada armadura y el espíritu del hombre su cetro, y todos los pensamientos desaparecen ante la imagen del mundo eternamente uno, como las reglas del artista esforzado ante su Urania, y el férreo destino abdica de su soberanía, y la muerte desaparece de la alianza de los seres, y lo imposible de la separación y la juventud eterna dan felicidad y embellecen al mundo.
A menudo alcanzo esa cumbre, Belarmino. Pero un momento de reflexión basta para despeñarme de ella. Medito, y me encuentro como estaba antes, solo, con todos los dolores propios de la condición mortal, y el asilo de mi corazón, el mundo eternamente uno, desaparece; la naturaleza se cruza de brazos, y yo me encuentro ante ella como un extraño, y no la comprendo.
¡Ojalá no hubiera ido nunca a vuestras escuelas! La ciencia, a la que perseguí a través de las sombras, de la que esperaba, con la insensatez de la juventud, la confirmación de mis alegrías más puras, es la que me ha estropeado todo.
En vuestras escuelas es donde me volví tan razonable, donde aprendí a diferenciarme de manera fundamental de lo que me rodea; ahora estoy aislado entre la hermosura del mundo, he sido así expulsado del jardín de la naturaleza, donde creacía y florecía, y me agosto al sol del mediodía.
¡Oh, sí! El hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando reflexiona, y cuando el entusiasmo desaparece, ahí se queda, como un hijo pródigo a quien el padre echó de casa, contemplando los misarables céntimos con que la compasión alivió su camino.


Walden, la vida en los bosques (fragmento)
Henry David Thoreau

Cuando escribí las páginas que siguen, o más bien la mayoría de ellas, vivía solo en los bosques, a una milla de distancia de cualquier vecino, en una casa que yo mismo había construido, a orillas de la laguna de Walden en Concord (Massachusetts), y me ganaba la vida únicamente con el trabajo de mis manos. En ella viví dos años y dos meses. Ahora soy de nuevo un morador en la vida civilizada.
(...)

¡Ah! ¡Cuántos días de otoño y de invierno pasé en las afueras de la villa, tratando de oír lo que había en el viento, de escucharlo y manifestarlo prontamente! Casi naufragó en ello todo mi capital y perdí mi propia respiración en la empresa. Si hubiera ello concernido a alguno de los partidos políticos, pueden estar seguros de que habría aparecido en el periódico entre las noticias más importantes. Otras veces miraba desde el observatorio de algún árbol o roca, para poder telegrafiar la noticia de la llegada de alguien, o esperaba al atardecer sobre la cima de una colina que el cielo se cayera y yo pudiera apoderarme de algo, aunque nunca me apoderé de mucho, y eso, al igual que el maná, se disolvía en el sol.
Durante un largo tiempo fui cronista de un diario cuya circulación no era muy grande, y el editor hasta ahora no ha encontrado propicias para ser publicadas la mayoría de mis colaboraciones, y como ocurre generalmente a los escritores, sólo obtuve dolores a cambio de mis esfuerzos. De todas formas, en este caso mis esfuerzos fueron su propia recompensa.
Durante muchos años fui inspector (nombrado por mí mismo) de tormentas de lluvia y nieve, y cumplí fielmente con mi deber; inspector, no de los caminos reales, sino de los senderos del bosque y de los que cruzaban los terrenos, a los que mantenía abiertos y viables en todas las épocas del año; las pisadas del público han dejado en ellos un testimonio de su utilidad.
(...)
Todas las mañanas eran una cariñosa invitación para hacer mi vida con igual sencillez, y puedo decir con igual inocencia, que la misma Naturaleza. He sido un adorador de la aurora, tan sincero como los griegos. Me levantaba temprano y me bañaba en la laguna: era un ejercicio religioso y una de las mejores cosas que hacía. Dicen que en la bañera del rey Tching-Thang estaban esculpidos caracteres que decían: "Renuévate completamente todos los días; hazlo de nuevo y de nuevo y siempre de nuevo." Puedo comprenderlo. La mañana nos trae otra vez las épocas heroicas. Me afectaba tanto el desmayado zumbido de un mosquito dando su vuelta invisible e inimaginable por mi habitación en la temprana aurora, cuando yo estaba sentado con la puerta y ventanas abiertas, como pudiera hacerlo por cualquier trompeta que alguna vez cantó la fama. Era el réquiem de Homero; eran la Ilíada y la Odisea en el aire, cantando sus propias iras y deambulaciones. Había algo de cósmico en ello; un anuncio permanente del eterno vigor y fertilidad del mundo.
(...)
Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente, enfrentar sólo los hechos esenciales de la vida, y ver si podía aprender lo que ella tenía que enseñar, no sea que cuando estuviera por morir descubriera que no había vivido. No quería vivir lo que no fuera la vida; ¡es tan hermoso el vivir!; tampoco quise practicar la resignación, a no ser que fuera absolutamente necesaria. Quise vivir profundamente y extraer toda la médula de la vida, vivir en forma tan dura y espartana como para derrotar todo lo que no fuera vida, cortar una amplia ringlera al ras del suelo, llevar la vida a un rincón y reducirla a sus menores elementos, y si fuera mezquina, obtener toda su genuina mezquindad y dar a conocer su mezquindad al mundo, o si fuera sublime, saberlo por propia experiencia y poder dar un verdadero resumen de ello en mi próxima salida.

Sunday, October 16, 2005

Poesía romántica (parte I)

Erlkönig
Johann Wolfgang von Goethe

¿Quién cabalga tan tarde a través del viento y la noche?
Un padre con su hijo, lo lleva seguro y caliente,
al resguardo de su regazo fiel.

- Hijo mío ¿por qué escondes tu asustado rostro?
- ¿Es el Rey de los Silfos, oh padre, tú no lo ves? -
¿El Rey de los Silfos con su corona y manto?
¡Son alucinaciones hijo, que la niebla te hace ver!

¡Oh lindo niño, anda, ven conmigo!
Verás que juegos alegres te enseñaré.
¡Y qué flores tan extrañas florecen en mi orilla,
con las que mi madre hace dorados ramilletes!

- Padre mío, padre mío, ¿no oyes tú las promesas
con las que el rey de los Silfos pretende atraerme?
- No hagas caso, hijo mío es la fronda seca del árido
bosque, agitada por el cierzo.

- Lindo niño, ¿no quieres venir a mi palacio?
Te aguardan mis hermosas hijas en la entrada.
Cada una, en la noche, arrullará tu sueño
y sabrán entretejer sus danzas y cantos,

- Padre mío, padre mío, ¿no ves allá en la sombra,
resplandecer las bellas hijas del monarca?
- Hijo mío, no hagas caso, es la difusa espesura,
lo veo bien y no hay nada más.

- Niño hermoso, amo tu belleza divina;
si no vienes por las buenas, emplearé la fuerza.
- Padre mío, padre mío, ¡mira cómo me aferra!
me lastiman sus manos. ¡Defiéndeme padre!

Atemorizado el padre clava las espuelas a su caballo,
aprieta contra su pecho al lloroso niño,
por fin llega al portal de su casona.
Mira, y en sus brazos el niño está muerto.





Nostalgia de la muerte
(Fragmento de Himnos a la noche)
Novalis

Descendamos al seno de la Tierra,
dejemos los imperios de la Luz;
el golpe y el furor de los dolores
son la alegre señal de la partida.
Veloces, en angosta embarcación,
a la orilla del Cielo llegaremos.
Loada sea la Noche eterna;
sea loado el Sueño sin fin.
El día, con su Sol, nos calentó,
una larga aflicción nos marchitó.
Dejó ya de atraernos lo lejano,
queremos ir a la casa del Padre.
¿Qué haremos, pues, en este mundo,
llenos de Amor y de fidelidad?
El hombre abandonó todo lo viejo;
ahora va a estar solo y afligido.
Quien amó con piedad el mundo pasado
no sabrá ya qué hacer en este mundo.
Los tiempos en que aún nuestros sentidos
ardían luminosos como llamas;
los tiempos en que el hombre conocía
el rostro y la mano de su padre;
en que algunos, sencillos y profundos,
conservaban la impronta de la Imagen.
Los tiempos en que aún, ricos en flores,
resplandecían antiguos linajes;
los tiempos en que niños, por el Cielo,
buscaban los tormentos y la muerte;
y aunque reinara también la alegría,
algún corazón se rompía de Amor.
Tiempos en que, en ardor de juventud,
el mismo Dios se revelaba al hombre
y consagraba con Amor y arrojo
su dulce vida a una temprana muerte,
sin rechazar angustias y dolores,
tan sólo por estar a nuestro lado.
Medrosos y nostálgicos los vemos,
velados por las sombras de la Noche;
jamás en este mundo temporal
se calmará la sed que nos abrasa.
Debemos regresar a nuestra patria,
allí encontraremos este bendito tiempo.
¿Qué es lo que nos retiene aún aquí?
Los amados descansan hace tiempo.
En su tumba termina nuestra vida;
miedo y dolor invaden nuestra alma.
Ya no tenemos nada que buscar
–harto está el corazón–, vacío el mundo.
De un modo misterioso e infinito,
un dulce escalofrío nos anega,
como si de profundas lejanías
llegara el eco de nuestra tristeza:
¿Será que los amados nos recuerdan
y nos mandan su aliento de añoranza?
Bajemos a encontrar la dulce Amada,
a Jesús, el Amado, descendamos.
No temáis ya: el crepúsculo florece
para todos los que aman, para los afligidos.
Un sueño rompe nuestras ataduras
y nos sumerge en el seno del Padre.


Enrique de Ofterdingen (Fragmento. Cap. IV)
Novalis

¡El Santo Sepulcro, en manos paganas;
la tumba donde yace el Salvador
sufriendo ultrajes y escarnios,
siendo violada todos los días!
Con voz sorda suena su llamada:
«¿Quién va a librarme de esta saña?»
¿Dónde están sus héroes y sus caballeros?
¡Desapareció ya la Cristiandad!
¿Quién devolverá a los hombres la fe?
¿Quién llevará la Cruz en estos tiempos?
¿Quién romperá estas cadenas de ignominia
y libertará el Santo Sepulcro?
Se levanta, de noche, en mar y en Tierra
sagrada, violenta tempestad.
Quiere despertar al que duerme indolente,
azota el campamento, la ciudad y el castillo;
un grito de dolor en todas las almenas:
«¡En pie, perezoso cristiano; sal de tu casa ya!»
Por todas partes ángeles se ven
con rostros tristes y silenciosos.
Ante las puertas, los peregrinos
–las lágrimas surcan sus mejillas–,
con tristeza, se lamentan
de la crueldad de los sarracenos.
Una mañana, roja y triste, se levanta
en el amplio país de los cristianos;
el tormento de la pena y del amor
empieza a brotar en todas las almas:
toman todos la Cruz, toman la espada,
y salen enardecidos de su hogar.
Un celo ardiente ruge en los ejércitos:
hay que librar el sepulcro del señor.
Su alegre impaciencia les empuja hacia el mar,
para llegar muy pronto a los Santos Lugares.
Hasta los niños acuden corriendo
para juntarse a este sagrado ejército.
La Cruz ondea en lo alto, en el glorioso estandarte;
los viejos héroes caminan delante;
las puertas santas del Paraíso
se abren para acoger a los piadosos guerreros:
todos quieren participar de la gran dicha
de derramar su sangre por Cristo.
¡A la guerra, cristianos! Las huestes divinas
entrarán con nosotros en la Tierra Prometida;
muy pronto sentirá el furor de los paganos
el temible castigo de la diestra de Dios;
y con ánimo alegre lavaremos entonces
el Sagrado Sepulcro con sangre de paganos.
Llevada por los ángeles, la Virgen santa
planea por encima de la horrible batalla,
y aquel a quien la espada ha derribado
se despierta en los brazos de su Madre.
Con rostro iluminado ella se inclina
hacia este mundo, en que resuenan las armas.
¡Adelante! ¡A los Santos Lugares!,
resuena sorda la voz del Sepulcro.
Pronto, con la victoria y la oración,
será lavado el pecado del hombre.
El reino de los paganos terminará, por fin,
cuando el Sepulcro se encuentre en nuestras manos.



Muerte por la patria
Friedrich Hölderlin


¡Llegas, oh batalla! De las colinas
bajan al valle oleadas de jóvenes
para enfrentar a los insolentes invasores,
seguros de su arte y de su brazo.
Pero más segura que todo,


el alma de los jóvenes se abate sobre ellosm
pues los justos pegan como magos
y sus cantos patrióticos
paralizan las rodillas de los infames.

¡Recibidme, recibidme en vuestras filas,
no quiero morir un día de vil muerte!
Morir inútilmente me horroriza;
pero sí caer en el altar de la patria,

desangrar mi corazón por la patria.
Pronto esto será un hecho. Aquí estoy,
yendo hacia vosotros, camaradas,
que me enseñasteis a vivir y a morir.
¡Sí, ya bajo a la batalla!

¡Cuántas veces bajo el sol tuve sed
de veros, héroes y poetas de otros tiempos!
Ahora acoged como amigo al humilde extranjero
y seremos unos de otros hermanos.

Ya llegan los heraldos de la Victoria:
¡La batalla es nuestra! Sigue viendo
en lo alto de la luz, oh patria,
y no cuentes los muertos. Porque por ti,
ni uno solo de más ha caído.

Sunday, September 25, 2005

Wilhelm Petersen

WILHELM PETERSEN, el pintor del norte.
Por J. Nicolás


En el mundo del arte, como en otros campos culturales, existe siempre la injusticia frente al marketing: artistas con una categoría impresionante permanecen en la sombra, mientras que otros que han sabido tener un astuto marchante, pero cuya calidad es deplorable, han triunfado. Este es el caso de Wilhelm Petersen, artista del norte, de lo nórdico, de las sagas vikingas y el Mar del Norte, de los rostros campesinos y las estampas familiares junto al calor de un fuego, totalmente desconocido, arrinconado en una esquina del arte por el mundo mercantilista actual.
Originario de Elmshorn, pueblo situado al norte de Alemania, muy cercano a Dinamarca, tuvo unas raíces indudablemente campesinas y marineras. Y ello hizo que Petersen puediese reflejar en sus óleos y grabados los rostros recios y bellos de los labriegos y marinos de esa parte de Europa. O los rostros nobles de los rubios vikingos de las antiguas sagas escandinavas.
Nació nuestro artista un 10 de agosto de 1900, y ya desde temprana edad, a los 6 años, empezó a hacer dibujos con mucha precisión, hasta ingresar en 1916 en una escuela de arte muy conocida en Hamburg, la de Gustaf Dorén, donde pulió su técnica. Luchó en la primera guerra mundial con apenas 17 años. Y siguió pintando, con muchas dosis de autodidácta, esbozos y esquemas de diferentes temas.
Los años veinte los dedica a recorrer algunas familias de la nobleza, donde produce óleos de diferentes personajes de esta corte familiar. De esta manera se va sosteniendo Pero pronto se aburre de esta vida y se enrola como marino en diferentes barcos, surcando los mares del Norte y pintanto acuarelas de todo lo que ve y experimenta. A la vuelta de su "diápora" marina, se dedica intensamente a ensayar nuevas técnicas de pintura, llegando a dominarlas todas: óleo, acuarela, grabado, carbón, pastel, etc. Empieza sus grandes retratos al óleo, que será lo mejor de su obra. Viaja a Berlín donde comienza una colaboración muy interesante con el Dr. Lindner y la Biblioteca de Arte. Inicia un periplo por toda Escandinavia primero, y por el Tirol, Austria y Baviera después, donde recoge muchas ideas para sus futuras obras. De esta época datan los primeros libros editados por él.
Breughel le va a marcar definitivamente. En 1926 se casa, tiene dos hijas, pero en 1936 se divorcia. Trabaja como ilustrador para numerosos diarios y revistas. Se especializa asimismo ilustración de libros infantiles, haciendo unos trabajos interesantísimos y entrañables. En los años 30 se hacen varias exposiciones de sus trabajos y empieza a ser reconocido en Alemania, y valorado por gran calidad. Se interesa por el tema vikingo y el mundo de los antiguos germanos, los Eddas y el ciclo de Nibelungos, recorriendo museos, bibliotecas, excavaciones arqueológicas y yacimientos, en busca de las fuentes originales. Fruto de todo ello son sus grandes e impresionantes series de pinturas, grabados y acuarelas sobre las sagas escandinavas y germanas, que es uno de los aspectos más atractivos de su producción pictórica.
La exposición de 1936-37 le consagra en Alemania. A partir de aquí se suceden los encargos y otras exposiciones por toda Europa. Se le denomina ya "el pintor del Norte", "el pintor de la belleza nórdica", "el portador de la antorcha del ideal artístico nórdico"... En 1938 obtiene el título de Profesor, y se dedica a una nueva técnica, la del fresco en amplias superficies. La segunda guerra mundial le moviliza, y descubre otro mundo artístico, el de los bocetos "in situ", como documentos gráficos donde se plasman los pormenores de la contienda. Son, estos, cuadros y grabados de una belleza triste, nostálgica, la del soldado en Navidad lejos de la familia, la del soldado leyendo la carta de la esposa mientras monta la guardia, etc. Aparece entonces su primer libro de guerra: "Danza fúnebre en Polonia", con apuntes y esbozos de la lucha en los incicios de la guerra. Escribirá e ilustrará varios diarios de guerra.
En 1941 tiene lugar en Kiel, cerca de su pueblo natal, la más grande exposición sobre su producción, con más de 300 obras. Aquí alcanza Petersen su cénit artístico. En 1942 se casa por segunda vez, con una nieta de su primer maestro, Gustaf Dorén, llamada Lotte Luhmann.
Hacia el final de la guerra, en una emboscada contra los rusos, le estalla un proyectil cerca de la cabeza y le hace perder la visión de un ojo casi por completo. En 1945 los ingleses destruyen su pueblo totalmente, entre otras, su casa natal. Petersen es detenido y pasa por varios campos de concentración ingleses. Es liberado en 1946. Empieza la dura posguerra para él. Hace ilustraciones para todo tipo de ocasiones, desde etiquetas comerciales hasta tarjetas de Navidad y calendarios. A finales de los años cuarenta vuelve a colaborar con sus dibujos en diferentes diarios alemanes. Inicia su recuperación poco a poco.
En las décadas siguientes vuelve a especializarse en el género de las ilustraciones infantiles y juveniles, lo que le mantiene muy activo y, económicamente, más desahogado. En 1965 tiene lugar la primera retrospectiva de su arte después de la guerra, en una pequeña localidad alemana. En 1975 se incendia su casa paterna, reconstruida tras la guerra, perdiendo buena parte de su producción. Petersen, invencible, vuelve a reconstruir su casa paterna al año siguiente.
Empieza a escribir sus memorias. Siguen los reconocimientos y algunas exposiciones. En 1977 decide retirarse oficialmente del arte, con 77 años de edad. En 1980 se le hace un gran homenaje por su 80º aniversario. Finalmente, siete años después, muere Petersen en su pueblo natal, Elmshorn, con una producción de más de 10.000 ilustraciones y grabados. Su obra, pese a todo, permane inmortal, y los aires nórdicos preservarán con su aire marino esos óleos únicos de belleza serena, ...divina.

(Extraído de EL BARCO VIKINGO. Revista de arte, tradición y cultura)

Monday, September 12, 2005

Sepp Hilz

Sepp Hilz; de campesinos y vida rural.


Hay mucho que hablar de este pintor absolutamente desconocido, y, sin embargo, cuyo arte fue famosísimo en su época. Si contemplamos su rostro vemos en él al tipo adusto, de rasgos bellos, mirada franca y con cara noble. Vemos en su mirada mucho de su arte: rostros campesinos, bellas muchachas rubiotas con sus delantales y sus dirndls en faenas del campo, alegres jóvenes atendiendo la tarea de cuidar animales en la granja, la mirada enigmática de una muchacha del norte...
Nace Sepp Hilz en 1906 en la Alta Baviera, en un pueblecito llamado Bad Aibling, y ya en sus venas lleva genes de pintor, pues su padre era pintor de iglesias, por ello su formación proviene, primera y principalmente del estudio y contemplación en el taller de su padre. Y del medio rural donde vivía.
Como muchos principiantes e inquietos del arte de aquella época tan convulsa, Sepp Hilz se traslada a estudiar arte a Munich, la cuna del arte alemán en aquellos momentos, ingresando en la prestigiosa academia Heymann. Pero una vez acabados sus estudios, después de un año y medio, vuelve al redil, vuelve a su pueblo, fuente inspiradora de muchos de sus bellos cuadros.
Será ese medio rural el que nunca abandonará y que generará la temática de su pintura. Esos cálidos paisajes, suaves de colinas verdes, con vacas y caballos pastando tranquilamente; la vida del campo, dura y pura, pero con sus momentos alegres e idílicos: las fiestas campesinas, las reuniones en el establo comunal, o de algún vecino para comentar la alegre jornada del día mientras un acordeón suena en una esquina y una pareja se pone a bailar una polka; el campesino que guarda el rebaño, deseando llegar a casa a tomar un buen tazón de leche al lado de sus hijos; las muchachas que ríen confabuladoramente, con sus trajes de faena, mientras lavan la ropa o echan el heno a las cabras...
Es especialmente entre los años 1938 y 1944 cuando Sepp Hilz se hace conocido, cuando presenta 22 óleos, entre ellos su célebre "Trilogía campesina". Tuvo tal éxito dicha trilogía que el ministro de Propaganda de entonces, ministerio al cual se adscribían todas las actividades artísticas, le dió el título de Profesor, exactamente en 1943.
Una de sus obras de esta época, la titulada "Nach Feierabend" (Después de la tarde libre) fue comprada en 1938 por el Jefe del Estado alemán por 10.000 RM, cifra nada despreciable. También adquirió otro cuadro, el titulado "Wetterhexe" (Tiempo de brujas).
En ese mismo año de 1938, Sepp Hilz recibió uno de los más prestigiosos premios artísticos alemanes, el Premio Lenbach. Tanta impresión causó Sepp Hilz que, recomendado por un fotógrafo muy renombrado entonces, el Profesor Heinrich Hoffmann, consiguió que el Jefe del Estado alemán le concediese la suma de 100.000 RM, en 1939, para la construcción de su nuevo taller de arte, diseñado por uno de los más reputados arquitectos de aquella época, Degano. Este taller se construiría en Gmund (en el Tegernsee).
En 1940 Sepp Hilz sería denominado "Künstler im Kriegseinsatz" (Artista de guerra). Sus obras principales, aparte de las mencionadas, serán "La Venus campesina" (1939), "Campesina", "La prometida" (1940), el bellísimo "El collar rojo", "Coquetería", "A finales del otoño", "Muchacha pescadora", etc...
Este gran pintor de "lo rústico" y que viviera toda su vida en este medio rural, moriría demasiado pronto, en 1967, con 59 años, en su pueblo natal, Bad Aibling, dejando una obra pictórica realmente remarcable y entrañable.


(Extraído de El Barco Vikingo)

Tuesday, August 23, 2005

Joseph von Eichendorff - Poemas

Joseph von Eichendorff


Hace algún tiempo que mencionamos ya en esta modesta página a este gran poéta romántico que es Joseph von Eichendorff, cuyo relato Sortilegio de Otoño fue reproducido en su totalidad. Sin embargo, desde hace bastantes días he estado buscando todo lo que he podido sobre él y me he encontrado con la sorpresa de que toda su obra lleva sin editarse en castellano desde los años ochenta. Su obra poética es genial, de un aire mágico, misterioso, con todo el romanticismo de la noche; no es extraño que su fama le haya venido en el siglo XX gracias a los lieder de compositores románticos como Hans Pfitzner, Richard Strauss o Hugo Wolf, que pusieron música a sus bellos poemas. Sin embargo, es una pena y una vergüenza, que actualmente no podamos leer nada en español de este magnífico poeta del Romanticismo. Realmente yo no lo entiendo. Lo que sí he podido encontrar ha sido una de sus primeras obras famosas, que es el bello relato La estatua de mármol, de la edición de Olañeta (1987), para quien quiera buscarla.
Pero es precisamente del mundo musical de donde nos viene algún material sobre Eichendorff, ya que existen algunas traducciones de los lieder románticos con textos de sus poemas. Pero hay que decir que las traducciones están poco cuidadas generalmente y su estilo es más literal que literario, salvo algunas excepciones (las traducciones que pondré de Bochaca y R. M. Safont) de las que aquí pondrémos; sin embargo, gracias a esto podrémos hacernos una idea de lo que es la obra poética de este genial autor.


Joseph Karl Benedikt von Eichendorff nació en 1788 en el castillo que su familia poseía en Lubowitz, cerca de Ratibor, en Silesia. En 1813 se alistó en el ejercito prusiano para luchar contra la ocupación francesa de Napoleón. Durante sus años estudiantiles en Berlin, conoció a Friedrich Schlegel, con el que compartió una amistad y una afinidad ideológica, tanto filosófica como estética. Allí se fue constituyéndo su concepción vital, fuertemente marcada por un carácter religioso y nacional, muy influenciado por el barroco español. Tanto es así que Eichendorff fue traductor de varias obras de Calderón al alemán. Para Schlegel y Eichendorff, el Siglo de Oro español era el esplendor de lo medieval; no es extraño que estas dos épocas sirvan de bandera al Romanticismo, ya que ambas son un símbolo del catolicismo. Friedrich Schlegel proclamaba con esta frase una nueva cruzada del pensamiento y el espíritu: "Los ateos no sólo son los enemigos, sino los positivos servidores de Satán, contra los que todo escritor debe ser un soldado en Alemania". El poema Zorn (Indignación) es el reflejo poético de Eichendorff sobre esta idea de apostolado religioso y defensa de los valores católicos tradicionales. Comparado con los héroes y las gestas del pasado somos enanos, y por ello habla en este poema de una "nueva raza de enanos (...) cobarde en la tormenta"; pero en los malos tiempos Eichendorff declara aquí mismo: "Así pienso mantenerme leal a Tí (a Cristo)/ ya que nadie ha permanecido fiel". Novalis será otro poeta más en este renacer espiritual y su obra Europa o la cristiandad, que ya incluímos en esta página, es una exaltación de la unidad religiosa y la unidad europea, de las cuales las cruzadas serán la máxima expresión y por ello hallarán un hueco importante en la literatura romántica.

Lo religioso y lo nacional se reflejan perfectamente en las obras de Eichendorff, cuyos temas suelen ser siempre religiosos, populares y de leyenda, pero hay una nota más que es característica y fundamental de este poeta y de todo el Romanticismo, y es el amor a la naturaleza. Los poemas de Eichendorff pueden armonizarse perfectamente con el idealismo mágico de Novalis, donde la naturaleza y el hombre se hallan en perfecta unión. Así, la naturaleza representa estados de ánimo, sirve de metáfora y enseñanza moral, y el alma humana es un paisaje sublime, misterioso y melancólico. Y sobre todo paisaje siempre aparece "revoloteándo" el Espíritu de Dios (como dice el Génesis), como en el poema Nachts (De noche), donde podémos leer: "El Señor pasa sobre las cimas/ bendiciendo al país callado". Los valles silenciosos, el atardecer en la montaña o el canto de un ruiseñor bajo la luz de la Luna representan un anhelo del sosiego y la paz de la eternidad, que se filtra en la belleza del mundo y nos impulsa hacia la Belleza suprema que es Dios.

La temática popular y de exaltación de la vida natural y sencilla, de las costumbres campesinas y de la belleza del paisaje, del ambiente rural y de las noches al raso bajo las estrellas, encuentra su máxima expresión en la obra de Eichendorff más famosa, titulada Aus dem Leben eines Taugenichts (Escenas de la vida de un tunante). El idilio y la alegría de vivir se nos muestran a través del personaje bohemio y soñador que recorre el mundo con un equipaje mínimo en el que incluye un violín. Y en estas andanzas van apareciendo escenas de fiestas campesinas, de reposo en verdes praderas y noches estrelladas en plena naturaleza.

Por último merece la pena mencionar el papel que Eichendorff ha jugado en la música romántica, gracias a la cual podémos transcribir ahora algunos de sus poemas. Hugo Wolf fue uno de los que compuso numerosos lied sobre textos de Eichendorff, tales como La gitana, Hechizo nocturno o El amante desesperado. Pero fue más entrado el siglo XX cuando adquirió Eichendorff mayor relevancia en la música, especialmente con Hans Pfitzner, que puso música a bastantes de sus poemas y además compuso una magnífica cantata romántica basada íntegramente en este poeta:Von deutscher Seele (Del alma alemana), compuesta en 1921. Obra para solistas, coro, orquesta y órgano y compuesta de dos partes: Mensch und Natur (Hombre y Naturaleza) y Leben und Singen (Vida y canción). Y por último, fue Richard Strauss quien elevó a la fama su poema Im Abendrot (En el crepúsculo), el primero que aquí reproducimos. Fue este lied su genial apéndice musical, que en 1950 estranaría Furtwängler junto a sus otras tres últimas canciones, éstas con texto de Hermann Hesse; desde entonces siempre se interpretan como un todo unitario llamado simplemente Vier Letzte Lieder (Cuatro últimas canciones). Este genial compositor romántico dejo hecho su testimonio poético y musical con el bellísimo poema de Eichendorff que acontinuación podréis leer junto a algunos más.


EN LA PUESTA DE SOL

(Im abendrot )


Con penas y alegrías,
mano a mano, hemos caminado.
Reposemos ahora de nuestros viajes,
en la tranquila campiña.
A nuestro alrededor se inclinan los valles,
ya la brisa se ensombrece.
Sólo dos alondras alzan todavía el vuelo
soñando de nuevo en el oloroso aire.
Acércate y déjalas trinar,
pronto será hora de dormir,
para que no podamos perdernos
en esta soledad.
Oh, inmensa y dulce paz,
tan profunda en la puesta de sol,
qué fatigados estamos por haber caminado.
¿Será esta, entonces, la muerte?


EL CAMINANTE NOCTURNO

(Nachtwanderer)


Cabalga de noche en un corcel alazán,
cabalgó pasando ante muchos castillos.
¡Duerme, niña mía, hasta que amanezca!
La noche es enemiga de los hombres.
Cabalgó pasando ante un estanque,
Allí, una hermosa muchacha canta,
su camisa ondea al viento:
¡Pasa de largo, la niña esconde peligro!
Cabalgó pasando ante un río,
le saluda el duende de las aguas
y luego se sumerge de un salto.
El silencio cae sobre la fría casa.
Cuando el día y la noche peleaban,
cuando los gallos cantaban en la aldea,
se encabritó el corcel, relinchando,
piafando en el suelo, escarbaba su tumba.


RECLAMO

(Lockung)


¿No oyes el murmullo de los árboles
a través del éter silencioso?
¿No te gusta escuchar ahí abajo,
desde la azotea al suelo,
donde los arroyos fluyen, dulcemente,
en el claro de luna
y, desde el roquedal, los hieráticos castillos
se reflejan en el río?
¿Te acuerdas de las bellas canciones
de los viejos tiempos?
Por la noche, en la soledad del bosque,
todo lo alborotan,
cuando los árboles callados sueñan,
y el lilo huele sensual
y en el río murmuran las ondinas...
Ven aquí abajo, se está muy fresco.


LA MUCHACHA SOLITARIA

(Die Einsame)


Si fuera negra noche, yacería en los bosques,
en los bosques que murmullan tenuemente.
Con su manto tachonado de estrellas
la noche me cubriría.

El arroyuelo se desliza silenciosamente
en caso de que me haya dormido.
No, aún no duermo, escucho durante mucho tiempo,
a los ruiseñores.

Cuando las copas de los árboles se balancean sobre mí,
repicando toda la noche,
allí, en mi corazón, están los pensamientos
que cantan cuando nadie está despierto.

(Trad.: J. Bochaca)


EN OTOÑO

(Im Herbst)


El bosque amarillea, se caen las hojas,
¡qué vacío y silencioso se vuelve todo!
Sólo los arroyitos en el hayedo,
pasan dulcemente, como en sueños,
ya las campanas anuncian la mañana
desde la linde del bosque.
¿Qué fuerza me arrastra
hacia esta soledad?
El tañido de las campanas me recuerda
los dulces años de mi infancia...
Con temor me doy la vuelta,
¡qué lejos está el objeto de mi amor!
¡Emerged, viejas canciones
y romped mi corazón!
Aún saludo a lo lejos
a la causa de mi amor,
pero parece arrastrarme, con tristeza,
hacia abajo, hacia la tumba.


DESPEDIDA

(Abschied)



Al atardecer murmura el bosque
desde lo más profundo de su suelo,
arriba, Dios encenderá pronto las estrellas;
se extiende un silencio abismal,
sólo queda el murmullo del bosque
al atardecer.
Todo tiende al reposo,
bosque y tierra callan,
el caminante, aterrorizado,
quiere ir a su casa.
¡Aquí, bajo el verde techo del bosque,
corazón, camina tú también hacia el reposo!


VIAJE DE ESTUDIANTES

(Studentenfahrt)


Los cazadores caminan por el verde bosque
y los jinetes, magníficos, por los campos,
los estudiantes por todo el mundo,
tan lejos como los lleve el cielo azul.
La primavera es la sala de la alegría,
miles de pájaros cantan,
y resuenan en el bosque, aquí y allá:
¡Salve, amor mío, mil veces!
Muchos hijos de burgueses
viajan en contra de la corriente;
¡por difícil que parezca,
ten confianza en mí, niña mía, no temas!
Al otro lado, en las tranquilas aguas,
deja que a tus ojitos los requiebren,
y el que te guste,
que sea tu amante.
En la niebla nocturna camino silencioso,
no veo ninguna luz, el viento sopla gélido;
¡descorre el cerrojo en la noche callada
y así nosotros, jóvenes, estaremos juntos!
¡Adiós, niña, no llores!
Ya se oyen las voces aquí y allí,
en el bosque pronto surgirá la Aurora
y los estudiantes continuaran su camino.



DE NOCHE

(Nachts)


Estoy a la sombra del bosque
como si estuviera en el borde de la vida,
la tierra es como un prado oscuro,
la corriente como una cinta plateada.
A lo lejos tañen las campanas
y llegan hasta el bosque,
un corzo levanta la cabeza, asustado,
y en seguida vuelve a dormirse.
El bosque roza con las copas de los árboles
el sueño de la pared rocosa.
El Señor pasa sobre las cimas
bendiciendo al país callado.


LA LLAMADA

(Der Weckruf)


Todas las noches el Señor patrulla
buscando incansablemente a los suyos,
pero donde vaya, encuentra cerrados
las puertas y los corazones.
Lleno de tristeza regresa:
No hay nadie que vele conmigo.
Sólo el bosque que lo advierte con horror,
murmura piadoso toda la noche.
En el solitario bosque oí tañer,
sobre el valle y los abismos,
campanas a través del callado aire,
como si viniera de mañanas lejanas.
Quiero llamar a la puerta
del palacio y la cabaña: ¡Abrid!
¡Las cimas ya flamean,
despertad, despertad!


LA VEJEZ

(Das Alter)


Entre las altas nubes vuelan los pájaros,
en la tierra soñolienta asoman los narcisos,
las alegres canciones callan
y el sombrío invierno lo cubre todo.
El reloj marca las horas, en la alcoba
canta el pájaro que capturaste en otoño.
Los recuerdos semejan un álbum de fotos,
lo hojeas, protegido del temporal y del frío.
Agradable siento la vejez: detente,
pronto caerá el rocío de los tejados
y el viento rolará en la noche.
Un alegre mensajero golpea en la ventana,
sales sorprendido y no regresas,
pues ya llegó la inmortal primavera.


Hechizo nocturno

(Nachtzauber)


¿No oyes a lo lejos el correr de los manantiales,
entre piedras y flores,
en dirección a los silenciosos lagos del bosque,
donde las estatuas de mármol se hallan
en bella soledad?
Lentamente, de las montañas,
despertando a las antiquísimas canciones,
desciende la maravillosa noche
y los valles resplandecen de nuevo,
como tú, a menudo, soñando los imaginaste.
¿No conoces la flor que se abre
en el valle inundado por el resplandor de la luna?
Del capullo medio abierto,
brotan nuevos y florecientes miembros,
blancos brazos, roja boca.
Y los ruiseñores cantan,
y en derredor se alza un lamento,
¡ay! por una herida amorosa mortal
procedente de bellos días ya desaparecidos.
¡Ven, oh, ven al valle silencioso!
¡Ven! ¡Ven!

Monday, July 18, 2005

Georg Sluyterman von Langeweyde

Georg Sluyterman von Langeweyde
Un artista popular
Por Eva Muns

El 13 de abril de 1902 nacía en Elberfeld (Essen) el noveno hijo de la familia Sluyterman. Georg creció en un barrio obrero de su ciudad natal, enclavada en una de las zonas más industrializadas de Alemania, la cuenca del Ruhr. Su padre, Bernhard, ingeniero y oficial de artillería de origen holandés, procedía de una familia de larga tradición militar, pero apenas tuvo tiempo de descubrir la vocación a la que su hijo dedicaría su vida, ya que murió prematuramente en 1908.
Llevado por su vocación por el dibujo, Georg Sluyterman, frecuenta en Essen el taller de Wilhelm Potter y aprende la técnica del grabado al lado del famoso grabador Herman Kätelhön. Se traslada poco después a Düsseldorf, ciudad famosa por su Academia de Bellas Artes, en la que se daban cita famosos artistas y estudia al lado de Fritz Mackensen, conocido retratista y pintor de paisajes, que influyó en su joven alumno inculcándole no sólo la técnica sino sus propias ideas con respecto al arte, que concebía como "el reflejo de la naturaleza en el alma del artista". También Julius Paul Junghanns, pintor de animales y paisajista, influye positivamente en Georg Sluyterman, transmitiéndole su pasión por los animales, principalmente por los caballos, que dibujará con insistencia y magistralidad a lo largo de su carrera.
Pero no sólo el dibujo y la pintura apasionan a Georg Sluyterman, sino también el grabado en madera, técnica en la que se especializa. Georg Sluyterman trata diversidad de temas en sus obras, destacando los dedicados a la vida rural, la exaltación de la naturaleza, el folklore, las tradiciones alemanas, temas mitológicos, la exaltación del mundo obrero y campesino y la representación de diferentes oficios. Es autor también de varias ilustraciones de cuentos y leyendas, siendo muy famosas sus colecciones de grabados "Des deutschen Volkes lied" (1935), "Deutsches Lied" (1938) y "Das Deutsche Volkslied" (1947), que ilustran el cancionero popular alemán.
Durante la Segunda Guerra Mundial combate en Rusia, y datan de esa época sus grabados y dibujos sobre la guerra, en los que la camaradería y la angustia por la muerte se convierten en su constante preocupación.
Acabada la guerra, se inicia en la pintura al óleo, realizando sus primeros paisajes, en los que la Baja Sajonia y la zona de Lunebourg -en la que reside -son plasmados del natural, con sus viviendas tradicionales, sus monumentos y su vegetación característica.
Como dibujante, incorpora en esta época una novedad en sus obras: la de acompañar el grabado con frases propias o de famosos escritores alemanes como Schiller, Hebel, Hutten, Kleist, etc., escritas en caracteres góticos, lo que completa el dibujo y hace que destaque más, si cabe, la expresión de los personajes.
El estilo de Georg Sluyterman von Langeweyde, claramente diferenciado de otros contemporáneos, se va afianzando y hace que destaque sobre los demás dibujantes de su época. Su trazo seguro, la expresión en el rostro y las actitudes de los personajes, el dominio de la técnica, los detalles y meticulosidad en lograr una composición equilibrada, son las características más acusadas en su obra, impregnada de una fuerte influencia romántica.
Y es que Georg Sluyterman fue un artista completo. Un romántico enamorado de su tierra y de sus tradiciones. Hacia el final de su vida inició una nueva faceta, también dentro del arte: la de poeta, habiendo publicado en 1970 un cancionero con ilustraciones propias, en las que cantaba las bellezas de su entrañable país, habiendo llegado incluso a grabar un disco, titulado "Der Stromerhannes" con esos mismos poemas, acompañándose de la guitarra, pocos meses antes de su muerte.
El 5 de enero de 1978, moría Georg Sluyterman von Langeweyde, y con él desaparecía un gran dibujante y un buen pintor. Poco conocido por la crítica y los "entendidos" de las artes, permaneció siempre fiel a su Ideal de plasmar lo estéticamente bello de la vida o los sentimientos y aficiones más nobles de los aldeanos de su amada tierra, declarándose abiertamente en contra de las tendencias negativas del arte actual sin doblegarse ante las modas y dejando volar libremente su espíritu creador.
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Títulos de las imágenes:
1- "Bendita sea la hierba y el follaje" (1935)
2- "La victoria o la derrota están en manos de Dios. Del honor somos nosotros los únicos dueños y responsables."
3- "Nostalgia"