Tuesday, December 27, 2005

La triste Navidad (Cuento)

LA TRISTE NAVIDAD
por Jordi Mota


Si alguien hubiese pretendido que podía existir en el mundo un lugar más feliz que aquél, habría encontrado la firme oposición de Muk, Puk y Zuk.
Para ellos la vida y la felicidad eran una misma cosa. No concebían un mundo oscuro o triste, ni concebían que nadie lo concibiera, no entendían el dolor ni la falta de felicidad y por ello les parecía que todos los que rodeaban eran igual de felices.
Habían nacido hacía poco, es cierto. No tenían tampoco experiencia en la vida y apenas se diferenciaban de otros cientos que habitaban la misma granja, pero tenían algo que les distinguía, tenían un amigo. Su amigo se llamaba Javier y era nada menos que el hijo de los propietarios de la granja, por ello mientras los otros conejos permanecían en sus jaulas, ellos disponían de casi absoluta libertad. La misma escena tenía lugar cada mañana:- Muk, Puk, Zuk, ánimo. Es hora de jugar.
Estas palabras eran casi mágicas para ellos. La vida, la auténtica vida, empezaba a partir de ese momento. Y ese día no iba a ser diferente de los demás. ¡Al contrario! Por ignorados motivos la felicidad era desbordante ese día. Había coros de niños cantando, otros que corrían en trineos y unos pocos haciendo trabajosamente muñecos de nieve. Muk, Puk y Zuk estaban como atontados ante tanta actividad y escuchaban las canciones que cantaban los niños. Todos tenían casi la misma letra. Hablaban de Jesús, de María , de José, de Belén, de Nazareth, del Cielo, del amor... Poco a poco fueron comprendiendo el motivo y la causa de tanta alegría y por ello los sorprendió todavía más ver el rostro de su madre.
- ¿Qué te pasa mamá? ¿Por qué estás triste? Alégrate mamá. Hoy todo el mundo es feliz, todos los niños juegan, todos corren, todos cantan... pero mamá, ¿qué te pasa?
- No me pasa nada - dijo la madre -. Estoy perfectamente bien. Me alegra mucho que estés contento y de que Javier sea tan bueno con nosotros.
Sin embargo, y pese a esas consoladoras palabras, la madre de Muk, Puk y Zuk apenas podía contener sus lágrimas. Ya de noche, aprovechando la oscuridad y asegurándose de que nadie la veía, no pudo contener más su llanto.
- Dios mío, tu que eres infinitamente bueno, concédeme un humilde deseo. No permitas que hoy se lleven a ninguno de mis hijos. Papá y yo hemos vivido bastante, pero ellos son demasiado felices y demasiado jóvenes, déjales vivir todavía algún tiempo para que conozcan el hermoso mundo que tu has creado.
Mientras mamá conejo se hallaba sumida en el más profundo dolor, Javier iba a tener ocasión de recrear su vista en un espectáculo portentoso que nunca había visto. Toda su familia se había trasladado a la ciudad para asistir a la misma del gallo, y al entrar en la Catedral la impresión no podía ser mayor. La iluminación, la nave gótica cuajada de cirios encendidos, la música del órgano, el coro, el olor a incienso y allí en medio, con un antuendo que a Javier se le antojó sumamente majestuoso, el Obispo, el reverendo Obispo cuyas palabras eran escuchadas por todos con santa devoción.
- Hoy conmemoramos el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, hoy pues ha de ser un día de amor, de perdón, de amistad. Dios envió a su hijo a la muerte para darnos la vida y nosotros hoy, siguiendo su ejemplo, hemos de dar la vida a cuanto nos rodea. Hemos de olvidar rencores y odios y pagar con bondad el mal que nos hayan podido hacer. Hoy no puedo haber enemigos, sino sólo amor.
Los padres de Javier estaban impresionados por la ceremonia.
- Hermosas palabras las de esta noche- decía el padre -. Es un digno Obispo pues sabe transmitirnos el más puro espíritu de Cristo.
Después de un ajetreado viaje llegaron por fin a casa.
- Vamos querida. Empieza a preparar la cena que pronto vendrán los invitados. Recuerda que hoy es Nochebuena y has de guisar mejor que nunca.
La madre de Javier asintiendo con la cabeza, abrió la puerta del patio y avanzó en medio de la noche.
- ¡Papá, Papá! - empezó a gritar mamá conejo -. Ya vienen, es la hora. Coloquémonos cerca de la puerta.
- ¿Qué pasa mamá? - preguntaban los niños -.
- No pasa nada. Nosotros os protegeremos. Poneros al fondo de la jaula.
Una mano penetró en la jaula, buscó y rebuscó cogiendo al fin a mamá conejo por las patas traseras y llevándosela. Ella girando su cabeza todavía movía sus patas delanteras en señal de despedida.- ¡Mamá, mamá! -gritaban sus hijos-. ¡Se llevan a mamá! ¡Mamá, no te vayas!
Estas últimas palabras apenas fueron un sollozo.
- Papá, ¿qué es lo que pasa? Por qué se llevan a mamá?
Papá conejo no pudo contener tampoco sus lágrimas y no le quedó más remedio que explicar la situación a sus hijos.
- Mamá y yo os lo queríamos ocultar, pero ya no tengo fuerzas para disimular más. Se han llevado a mamá para que les sirvamos de alimento.
Los tres habían escuchado desolados estas palabras y fue Muk el único que se atrevió a hablar.
- ¿No volveremos a ver a mamá?
- No. No la volveremos a ver nunca más.
Puk y Zuk al oir estas palabras empezaron a llorar desconsoladoramente. Muk aún tuvo fuerzas para preguntar:
- ¿Y tu papá? ¿Te perderemos también a tí?
- Si hijo.
Y diciendo estas palabras abrazó a sus tres hijos y todos quedaron sollozando.
Muk volvió sin embargo a querer profundizar en el misterio de este ritual humano.
- ¿Cómo pueden ser los hombres tan malos? Nosotros no matamos a nadie.
- No son malos, Muk. No piensan en el daño que nos hacen. Han sido educados así y actuan de esta manera por costumbre. Las personas más buenas del mundo no por ello dejan de matarnos para celebrar sus fiestas. Pero si Dios Nuestro Señor lo ha dispuesto así, es que es su deseo y debemos aceptarlo.
A la mañana siguiente, cuando Javier se acercó a la jaula como cada día,quedó perplejo.
- Pero, ¿qué os pasa... ? "¿Donde está vuestra madre...? ¿No queréis jugar?
- Salid a jugar - les decía papá conejo -. Javier no tiene la culpa de nada.
Pero no pudo convencerlos.
- Mañana volveré - dijo Javier -. Espero que estéis de mejor humor.
Pero una vez se fué Javier, papá conejo les habló muy seriamente:
- Hoy es el día de nuestra mayor desventura. Miles de animales somos muertos para ser comidos. Nunca se sabe lo que puede pasar y es mejor estar tranquilos de conciencia. Recemos por nuestra madre y para nosotros mismos, para que muramos sin sufrimiento y seamos perdonados.
Apenas se pusieron a rezar cuando vieron a lo lejos una sombra que se acercaba. Se abrió la puerta y uno tras otro fueron cogidos. Sólo Muk quedó en la jaula. Por todos los medios intentó acompañarlos, gritó, pataleó, gritó, pero la puerta se cerró en su hocico.
- Muk, sé valiente hijo. Piensa en nosotros.
Cuando Javier entró en la cocina pudo presenciar un espectáculo horrible. Las mesas estaban manchadas de sangre y llenas de cuchillos también ensangrentados. Las cabezas de sus buenos amigos se hallaban en el cubo de la basura. Javier no podía dar crédito a sus ojos.
-¡Mamá! ¿Qué has hecho?- Javier, no te preocupes. Unos han de morir para que otros vivan...Javier sin hacer caso de su madre salió rapidamente hacia el corral.
- Muk, Muk, perdóname. Yo no sabía nada, yo jamás hubiese hecho nada. Perdóname Muk. Odio a mis padres con toda mi alma.
Muk se compadeció del pobre muchacho y quiso consolarle:
- Javier, no llores. Tu no tienes la culpa, es verdad, pero tampoco tus padres. Ellos no piensan que nos hacen daño. Mi papá que dijo que los hombres no eran malos por hacer esto, sino que simplemente no pensaban en lo que hacían. Javier, perdónalos. Nuestro Señor perdonó a sus enemigos diciendo que no sabían lo que hacían, perdonalos tu también, pues tampoco saben lo que hacen.
Muk había consolado a Javier, pero él mismo se hallaba hundido hasta lo más profundo. Se hallaba terriblemente solo, abandonado. No deseaba otra cosa que seguir el destino de sus hermanos. De pronto, a lo lejos, en medio de la noche, distinguió una figura que se acercaba. A medida se hallaba más cerca vió que se trataba de un anciano, enjuto, con una luenga barba blanca y con un vestido marrón de la cabeza a los pies.
- Hola Muk - le dijo el desconocido -.
- ¿Ha llegado ya mi hora? - le respondió Muk.
- Si Muk. Te ha llegado la hora de ser libre, de correr por los campos y recorrer el mundo.
- ¿A mi no me van a matar?
- No Muk. Yo soy Francisco y soy tu amigo. Dios Nuestro Señor me llamó ayer y me dijo que bajase a la tierra para darte la libertad. Nuestro Señor escuchó lo que decías a Javier. Tu has sabido pagar el daño con amor, has sabido perdonar a tus enemigos y no tener odio. Tu, más que nadie, has sabido celebrar esta Navidad, pues has hecho con tus palabras lo que Jesucristo con su ejemplo. Nuestro Señor quiere que seas muy feliz.
- Pero yo nunca podré ser feliz sin mi papá, mi mamá, sin Puk y Zuk.
- Ah, es verdad, se me olvidaba. Me han dado recuerdos para tí.
- ¿Para mí? ¿Los has visto?
- ¡Claro que los he visto! Vivimos juntos allí arriba.
- ¿Dónde?
- Allí - dijo señalando al firmamento -. ¿Ves aquella estrella tan luminosa? Pues un poco a la derecha hay un camino formado por pequeñas estrellas que conduce a mi casa.- ¿Y están bien allí? ¿Cómo es aquello?
- Claro que están bien. Aquello es... ¿Cómo te diría yo? Es un inmenso prado cuajado de la más hermosas flores, pero como este prado está siempre verde y fresco, las flores nunca se marchitan. Constantemente oyes los cantos más melodiosos de los pájaros y ves correr a todos los animales y como allí nadie muere, nadie necesita matar para vivir. El sol lo ilumina siempre todo, pero cuando queremos llueve para refrescarnos. En Navidad, claro, nieva un poco y así podemos ir con trineos y hacer muñecos de nieve. Ayudamos a Santa Claus a hacer sus paquetes y siempre es generoso con nosotros. Todos seamos muy felices allí, tan felices que tus padres estaban deseando que te llevase allí, pero Nuestro Señor ha querido que antes puedas conocer este mundo donde vives.
Dicho este Francisco abrió la puerta e indicó a Muk que saliera.
- ¿Seré libre? ¿Podré correr por el corral?- Por el corral y por el mundo. Corre, salta, juega y al final ven con nosotros.
- Gracias Francisco, gracias. Recuerdos a papá y a mamá, a Puk y Zuk.
Muk pudo vivir libre y aunque Javier quedó desconsolado al ver por la mañana que no estaba, pensó que era lo mejor. No tuvo nunca rencor a sus padres por lo que habían hecho, pero cada año por Navidad, para celebrar el Nacimiento de Cristo, en vez de matar daba la vida y así en esas señaladas fechas compraba conejos, peces, pájaros... y los dejaba en libertad, quedándose extasiado viéndoles partir velozmente. Así se sentía contento y estaba convencido de que a Nuestro Señor le agradería más su actitud que la de matar y comer.

Sunday, December 18, 2005

Ernst von Dombrowski

ERNST VON DOMBROWSKI, el artista de la madera


Si algo nos cautiva de las obras de este artista que presentamos en este número, es la facilidad que tiene para cautivar al espectador de una sola mirada. Sus sugestivos y sugerentes cuadros, escenas simples, sencillas, emotivas, sus evocadoras figuras y sus planteamientos escénicos, hacen que al contemplarlo, nos surja un ¡oh! interior que emana de la belleza en su estado puro.
Dombrowski trabajó el grabado en madera como pocas lo hicieron, al menos con tal maestría. Hizo más de 2.000 obras, y pese al corto margen de identidad que tiene tal genero artístico, marcó con fuerza y con un sello propio, todas sus obras.
Nacido un 12 de septiembre de 1896 en Emmersdorf an der Donau, en Austria, von Dombrowski iba a tener una infancia muy especial, dada la naturaleza de su padre, escritor de novelas, de cuentos, poesías y demás géneros de la literatura. De este ambiente familiar, surgirán más tarde cuadros e imágenes que pergeñarán las primeras obras de nuestro artista.
Por razones de salud del padre, se vieron obligados a varios traslados, desde la lejana Bohemia, el este de Europa, hasta parar a Austria, siempre en esa franja geográfica. El joven Dombrowski se mueve, pues, en diferentes latitudes territoriales y regionales; estudiará enseguida arte en Graz, luego en Vena, aunque su juventud estará marcada por las tierras de Estiria.
Con apenas 18 años se enrola en la guerra europea y combatirá en los frentes polaco y ruso, sin mayores contratiempos. En 1924 se instala en Graz donde se casará. Anteriormente hizo un intento fallido de quedarse en Berlín, donde incluso montó su taller artístico, pero su tierra natal le atrajo seductoramente.
Sus primeros pasos en el mundo del arte recorrerán todos los géneros habidos, destacando en sus pinturas y dibujos para ilustrar cuentos infantiles, así como para narraciones históricas o de aventuras. También destacaría en sus dibujos de desnudos femeninos. Pero con su pluma y su lápiz diseñaría asimismo escenas políticas, costumbristas, paisajísticas, obras clásicas, en fin, toda la gama normal que recorre todo artista que busca un camino, su camino, para personalizarse.
Su hora le llega en 1934, cuando finalmente encuentra la vía artística que siempre había soñado, donde se encontrará más a gusto, y que le permitirá trabajar y crear con su marca propia: el grabado en madera. Con ciertas influencias expresionistas, Dombrowski se presentará a diferentes concursos, y empezará a darse a conocer. De 1935 a 1938 creará una serie de personajes históricos masculinos, bajo el título de "Bildnisse deutscher Männer", 14 grabados en madera con, entre otros, los retratos de Walther von der Vogelweide, Kant, Ulrich von Hutten, Enrique I (adquirida por el Jefe del Estado), Götz von Berlichingen, etc... Será su primera obra, o serie, realmente popular y que le valdrá la estima de público y crítica.
A partir de entonces le lloverán las ofertas y los encargos. Colaborará en diversas revistas y semanarios, ilustrando todo tipo de cosas. En 1938 será nombrado profesor y director de una de las clases de artes gráficas en la Academia de Artes aplicadas de Munich. Es responsable de los servicios culturales del Partido alemán de aquella época en Estiria.
Sus exposiciones van en aumento, y sus obras se venden rápidamente. Empieza su proyección europea. Pero la guerra trunca en cierta manera esa fulgurante carrera, siendo movilizado en 1941 como oficial en el frente del este. Aún así, hace una gran exposición de sus obras en la "Junge Kunst im Deutschen Reich" en Vena en 1943, con un éxito total y absoluto.
Desgraciadamente para el arte, ese mismo año de 1943, su taller es bombardeado y totalmente destruido por los bombarderos aliados. En 1944 publica un libro de ilustraciones, el último en ese periodo bélico, bajo el título "Herzhafter Soldatenkalender" (Calendario de los bravos soldados) cuya edición será prácticamente destruida en otro bombardeo sobre Frankfurt en 1945.
En 1945, acabada la guerra, es detenido por los americanos y es internado durante dos años en un campo de concentración cerca de Salzburg.
Rehace en parte su vida en 1948 instalándose en la Alta Baviera, en Siegsdorf, donde se construirá una casa. Prosigue, a sus 54 años su labor de diseñador e ilustrador, preferentemente para libros infantiles. A partir de 1951 colabora asiduamente en ilustrar varios calendarios anuales, el "Herzhafter Hauskalender", el "Unsere Kinder", y el "Freundesgabe".
En los 50, a finales, llegan los primeros reconocimientos y premios post‑bélicos, recibiendo la Medalla "Erzherzog Johann" en 1959 y la "Wappenadler" de la ciudad de Krems. En 1971 recibe el premio Rosegger.
En los 70 y los 80 expone en varias salas, y sigue cosechando premios. El mismo instaura uno, en 1982, a modo de Fundación, para los nuevos artistas en Estiria. Al año siguiente, en 1983, se hace una enorme exposición en Salzburg, con más de 200 grabados y 140 dibujos, y ese mismo año se le concede, por parte del gobierno austriaco, la Gran Cruz al Mérito de la República Austriaca.
A partir de ahí, y hasta el final de sus días, recogerá premio tras premio, menciones honoríficas, y múltiples distinciones, siendo dignificado y consagrado como uno de los mayores artistas austriacos del siglo. Su mayor orgullo, el haber sido nombrado ciudadano de honor de Siegsdorf.
Muere el artista en 1985 en esta población, su obra fue legada a la ciudad de Graz y a la fundación del Heimatmuseum de Traunstein.
El nonagenario artista nos ha dejado una inmensa obra de una calidad extraordinaria. Muchos de sus grabados diríase que son transplantes de la obra de Caspar David Friedrich pero en grabados de madera. Sus árboles, sus cielos, su naturaleza, sus paisajes desoladores, sugieren muchas cosas, y el romanticismo planea siempre entre sus dibujos. Pero al mismo tiempo, los rostros que nos traza Dombrowski traspasan la madera para llevarnos más allá del tiempo real, para enmarcarnos en la época antigua.
Como siempre, un artista reconocido (en su país), pero desconocido para el resto del mundo. Pero de nuevo nos remitimos a la frase del inmortal Gracián, que decía que si este no es su siglo, otro mismo año se le concede, por parte del gobierno austriaco, la Gran Cruz al Mérito de la República Austriaca.
A partir de ahí, y hasta el final de sus días, recogerá premio tras premio, menciones honoríficas, y múltiples distinciones, siendo dignificado y consagrado como uno de los mayores artistas austriacos del siglo. Su mayor orgullo, el haber sido nombrado ciudadano de honor de Siegsdorf. Muere el artista en 1985 en esta población, su obra fue legada a la ciudad de Graz y a la fundación del Heimatmuseum de Traunstein.


(Extraído de El barco vikingo, revista de arte, tradición y cultura)