Basada en la figura de Francisco de Quevedo, El caballero de las espuelas de oro es seguramente la obra más madura del gran poeta y dramaturgo Alejandro Casona (1903-1965), considerada como su testamento literario y estrenada un año antes de su muerte en Madrid. Del autor, afirmaba Jacinto Benavente: "Alejandro Casona es un gran poeta ante todo; cualidad sin la que no es posible ser un gran autor dramático, ni un gran novelista, ni si me apuran, nada que valga la pena en este mundo. Muy moderno, pero muy seguro de su modernidad, que no es la pirueta alocada de tantos volatines literarios. Alejandro Casona es, entre los jóvenes, uno de nuestros más positivos valores. Es, además, excelente persona; lo que, si bien pudiera significar poco para el valor de su obra -yo no lo creo así-, significa mucho para los que tenemos la satisfacción de llamarnos amigos suyos".
Gran poeta y de una modernidad que no es "pirueta alocada", con un estilo cercano al modernismo literario de Rubén Darío o el mismo Valle-Inclán, con un gusto especial por los temas populares, religiosos e incluso con un toque onírico, como el caso de su otra obra más importante, La sirena varada. Fue un gran amante del teatro clásico del Siglo de Oro español y de Shakespeare, de los que realizó diversas producciones. Como sus predecesores modernistas, siempre buscó la belleza en sus obras, afirmando que "la belleza es la otra forma de la verdad". Siendo lamentablemente exiliado de España, a su vuelta, todavía en los años 60 durante el franquismo y acogido de forma entusiasta por el público, fue criticado por los politiqueros de la literatura, ya que consideraban que debía escribir obras más "comprometidas". Sin embargo, nunca cayó en el realismo literario gris de esos panfletarios, ya que rechazando el arte por el arte, creía sinceramente en el mensaje universal del arte no sometido a la política, así como en la función educativa y espiritual del teatro.
En El caballero de las espuelas de oro se muestra como un autor profundo, que se inserta en la gran tradición teatral española, tal como fue reconocido con este estreno. Esta obra es una semblanza magistral del gran Francisco de Quevedo, pero va aún más allá. En ella se representa magistralmente y con gran lirismo, pero sin aspavientos, la idea del honor del Siglo de Oro español que encarna perfectamente Quevedo, así como la esencia del ser español. En él se refleja el caballero cristiano, el hombre fiel al ideal de la milicia cristiana, que no es exclusiva de tiempos de guerra, sino a veces aún más en tiempos de paz, pues como dice el Libro de Job, "Militia est vita hominis super terram". En Quevedo se encarna el héroe español, que bajo la apariencia del tullido, bebedor, fanfarrón y burlón, se muestra como un alma noble, presta al sacrificio y profundamente religiosa, a diferencia de la imagen puritana y protestante del héroe de apariencia impoluta y recatada, pero en el fondo rapaz y maquiavélico.
Decía Antonio Machado en uno de sus Proverbios y cantares, "vivo en paz con los hombres y en guerra con mis entrañas"; Quevedo aquí se nos muestra la antítesis, el hombre que vive en guerra con el mundo, con los hombres de mala voluntad y toda su corrupción, tentaciones y bienes efímeros, y en paz con su alma, por permanecer fiel al Bien y a la Verdad. Quevedo se enfrenta consigo mismo en el ejercicio de la virtud y con todos los hombres corruptos, y prefiere sufrir penas antes que rebajarse al soborno, aguantando estoicamente las pruebas que la Providencia pone ante él. Ciertamente hay un elemento también de estoicismo, corriente filosófica que resurgía en el s. XVI y XVII, siendo Quevedo uno de los traductores del Enchiridion de Epicteto, así como autor de obras en defensa de Epicuro y la Historia de Marco Bruto, a la que pertenece la cita que comienza la obra de Casona. En la época de crisis y decadencia después del auge de la Monarquía hispánica, Quevedo se nos presenta como un solitario que permanece leal a su fe en medio de las intrigas, con lo que el propio Casona, al que apodaban el solitario, se siente íntimamente ligado.
Gran poeta y de una modernidad que no es "pirueta alocada", con un estilo cercano al modernismo literario de Rubén Darío o el mismo Valle-Inclán, con un gusto especial por los temas populares, religiosos e incluso con un toque onírico, como el caso de su otra obra más importante, La sirena varada. Fue un gran amante del teatro clásico del Siglo de Oro español y de Shakespeare, de los que realizó diversas producciones. Como sus predecesores modernistas, siempre buscó la belleza en sus obras, afirmando que "la belleza es la otra forma de la verdad". Siendo lamentablemente exiliado de España, a su vuelta, todavía en los años 60 durante el franquismo y acogido de forma entusiasta por el público, fue criticado por los politiqueros de la literatura, ya que consideraban que debía escribir obras más "comprometidas". Sin embargo, nunca cayó en el realismo literario gris de esos panfletarios, ya que rechazando el arte por el arte, creía sinceramente en el mensaje universal del arte no sometido a la política, así como en la función educativa y espiritual del teatro.
En El caballero de las espuelas de oro se muestra como un autor profundo, que se inserta en la gran tradición teatral española, tal como fue reconocido con este estreno. Esta obra es una semblanza magistral del gran Francisco de Quevedo, pero va aún más allá. En ella se representa magistralmente y con gran lirismo, pero sin aspavientos, la idea del honor del Siglo de Oro español que encarna perfectamente Quevedo, así como la esencia del ser español. En él se refleja el caballero cristiano, el hombre fiel al ideal de la milicia cristiana, que no es exclusiva de tiempos de guerra, sino a veces aún más en tiempos de paz, pues como dice el Libro de Job, "Militia est vita hominis super terram". En Quevedo se encarna el héroe español, que bajo la apariencia del tullido, bebedor, fanfarrón y burlón, se muestra como un alma noble, presta al sacrificio y profundamente religiosa, a diferencia de la imagen puritana y protestante del héroe de apariencia impoluta y recatada, pero en el fondo rapaz y maquiavélico.
Decía Antonio Machado en uno de sus Proverbios y cantares, "vivo en paz con los hombres y en guerra con mis entrañas"; Quevedo aquí se nos muestra la antítesis, el hombre que vive en guerra con el mundo, con los hombres de mala voluntad y toda su corrupción, tentaciones y bienes efímeros, y en paz con su alma, por permanecer fiel al Bien y a la Verdad. Quevedo se enfrenta consigo mismo en el ejercicio de la virtud y con todos los hombres corruptos, y prefiere sufrir penas antes que rebajarse al soborno, aguantando estoicamente las pruebas que la Providencia pone ante él. Ciertamente hay un elemento también de estoicismo, corriente filosófica que resurgía en el s. XVI y XVII, siendo Quevedo uno de los traductores del Enchiridion de Epicteto, así como autor de obras en defensa de Epicuro y la Historia de Marco Bruto, a la que pertenece la cita que comienza la obra de Casona. En la época de crisis y decadencia después del auge de la Monarquía hispánica, Quevedo se nos presenta como un solitario que permanece leal a su fe en medio de las intrigas, con lo que el propio Casona, al que apodaban el solitario, se siente íntimamente ligado.
En definitiva, una auténtica obra maestra del teatro español del s. XX, que evoca en el tema y en su espíritu el mejor tiempo de las letras españolas y la profundidad y madurez del gran poeta que fue Alejandro Casona.
1 comment:
Greeat post thankyou
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