Wednesday, February 24, 2010

Una anécdota chestertoniana

"Generalmente, un hombre no logra olvidar el día de su boda, sobre todo si se trata de un día tan absolutamente cómico como el de la mía. La familia recuerda unas cuantas anécdotas, convertidas ya en leyendas familiares, sobre trenes perdidos, extravío de equipajes y otras cosas aún más excéntricas. Declaran contra mí, y es totalmente cierto, que de camino a la boda me detuve a beber un vaso de leche en una tienda y a comprar un revólver y balas en otra. Algunos lo han considerado como regalos de boda insólitos para que el novio se haga a sí mismo; y si la novia no me hubiera conocido tan bien, supongo que podría haberse imaginado que yo era un suicida, un asesino o lo que es aún peor, un abstemio militante. A mí, aquello me parecía lo más natural del mundo. Por supuesto que no compré la pistola para matarme a mí o a mi esposa; nunca fui verdaderamente moderno. La compré porque mi boda era la gran aventura de mi juventud, y también porque tenía la vaga idea de proteger a mi mujer de los piratas que sin duda infestaban Norfolk Broads, adonde nos dirigíamos [...]"

(G. K. Chesterton, Autobiografía, Barcelona, Ed. Acantilado, 2003, pp. 39-40)

1 comment: