Sunday, January 01, 2006

Franz Liszt; el hombre y el artista


"El arte por el arte es un absurdo…. Su objeto común es de satisfacer las necesidades de orden moral, de segundar los esfuerzos de la humanidad para alcanzar su fin, elevarlo sobre tierra e imprimirle un perpetuo movimiento ascendente"

Franz Liszt



Me gustaría dedicar una entrada de este humilde blog a Franz Liszt, donde no sólo quede expuesto su genio artístico sino su gran talla humana y espiritual, y nada mejor para esto que el genial artículo de Ramón Bau aparecido recientemente en Regards sur Wagner (2005), publicación conjunta de la Associació Wagneriana y el Cercle Richard Wagner. Dicho artículo, titulado FRANZ LISZT: Genio y Bondad a la sombra del virtuosismo, es un maravilloso repaso por la vida de este gran músico, cuyo virtuosismo al piano fue comparable al de Paganini en el violín, pero que trascendio con creces esta faceta, tanto en su obra como en su vida, convirtiéndose en una personalidad excepcional. Fue un hombre dedicado a amar a aquellos que le rodeaban, incluso a sus enemigos, como buen cristiano que fue; por su amplitud de miras y gran amor al arte, era capaz de promocionar obras y ayudar a artistas que le criticaban y se comportaban de manera incorrecta con él. Como verémos, para Liszt no era importante ni constituía un fin en si mismo su virtuosismo y ensanchar su ego con él, sino que por encima estaba el arte y la belleza, que a su vez son medios para el engrandecimiento espiritual del hombre.

De este primer artículo mencionado, expondré un fragmento significativo que a su vez se unirá con un pequeño texto donde un fraile franciscano comenta un poco la relación de Liszt con esta orden religiosa. El texto entero, que recomiendo vivamente, puede encontrarse en: http://archivowagner.info/liszt-vida.rtf




Franz Liszt: Genio y Bondad a la sombra del virtuosismo. Regards sur Wagner (2005)
por Ramón Bau


EL SACRIFICIO DE LISZT POR LA AMISTAD Y EL ARTE


"De todas formas nunca me oculté que mi posición era de las más difíciles y mi tarea de lo más ingrato durante muchos años. Habiendo Wagner tan admirablemente innovado y ejecutado tan admirables obras maestras, mi primer deber era conquistar a esas obras maestras una posición enraizada en el suelo alemán, precisamente cuando él estaba en el exilio de su patria y cuando todos los teatros de Alemania temían arriesgarse a poner su nombre en un cartel de anuncio. Cuatro años de empecinamiento, si así quereis llamarlo, por mi parte fueron suficientes para que eso se consiguiera, pese a los pocos medios de que yo disponía. En efecto, Viena, Berlin, Madrid, etc no hacen más que seguir lo que se hacía en Weimar hace 10 años". Franz Liszt

Liszt fue siempre desprendido en el dinero para los demás. Ya a los 16 años vendió su piano Erard, regalo especial de la casa Erard, para poder dar un gran entierro a su padre y ayudar a su madre.
En 1845, Liszt se entera que solo se han recogido 400 francos para un gran monumento a Beethoven en Bonn. Se indigna y decide pagarlos él, vale 60.000 francos. Se dedica a dar conciertos para ello de forma constante. Su ayuda a todas las obras de promoción fue constante en toda su vida pero es a partir de 1848, tras instalarse en Weimar en la corte de Sajonia, cuando realmente Liszt decide, con una generosidad que no se encuentra en ningún otro compositor importante, dedicarse a promocionar todos los artistas con pocos recursos y fama pero que siguen el camino romántico y sensible en su música.
Es un caso único pues cuando dispone de los medios necesarios para promocionar sus propias obras, cuando está componiendo sus mejores obras, cuando la Corte y los salones se le abren a todo lo que diga, Liszt dedicará casi todo su esfuerzo en promocionar las obras de los demás autores, y lo más increíble, lo hará incluso con autores que le criticarán brutalmente, pagando con insultos su apoyo desinteresado.
En Weimar estrenará lo último de los románticos junto a lo desconocido de Beethoven, todo, eso si, dentro de la música sensible, música de programa y profundamente sentimental.
Estrena en 1852 ‘Benvenutto Cellini’ de Berlioz (ópera romántica que había fracasado estrepitosamente en Paris en 1838), ‘Egmont’ de Beethoven, ‘La Sinfonía Fantástica’ y ‘La infancia de Cristo’ de Berlioz, el ‘Fausto’ y ‘Genoveva’ de Schumann…. La lista es interminable, todo lo nuevo lo promociona, especialmente toda la obra de Berlioz.
Berlioz le dejó prestado el manuscrito de su Sinfonía Fantástica el día siguiente de haberla acabado, cuando Liszt tenía solo 19 años. Siempre estuvo apoyando e interesado en lo último de cada compositor de genio.
Mientras Schumann y Berlioz critican a Liszt ante la corte de Weimar, en cambio Liszt logra estrenar las obras de ambos en Weimar. Schumann y Clara (que le llama ‘destroza pianos’) lo critican por su dedicación enorme por Wagner, y por su ‘esplendor al piano’ (Carta de Robert Schuman a Clara Schuman18 marzo 1840: "Ese mundo, quiero decir el de Liszt, no nos pertenece. El arte tal como tu lo practicas, y tal como yo lo ejerzo cuando compongo en mi piano, esa tierna intimidad, no la doy a cambio de todo su esplendor, en efecto, hay demasiado virtuosismo’).
Berlioz no soporta en algunas ocasiones el éxito de Wagner, se marcha de un Lohengrin efectuado en Weimar a mitad de representación.
Poco después sin embargo Liszt estrena en Weimar el ‘Manfredo’ y ‘Genoveva’ de Schumann, y casi todo lo de Berlioz, incluso organizó tres ‘Semanas Berlioz’ (1852, 1855 y 1856).
Berlioz se levantó un día mientras Liszt tocaba uno de sus Poemas Sinfónicos y le dijo a la Princesa Carolina: ‘Nuestro amigo músico, que se imagina que es además compositor…."… la ingratitud de quien debía su fama a Liszt. Liszt que le escribió en 1838, cuando el fracaso en Paris de su ‘Cellini’: "Honor a ti Berlioz, pues luchas realmente con coraje invencible, si aun no has domado a la Gorgona, si las serpientes aun silban a tus pies amenazantes con sus dardos venenosos, si la envidia y la estupidez, la malicia y la perfidia se multiplican a tu alrededor, no tengas miedo, los Dioses te ayudan. Combate, dolor y gloria: es el destino del genio" (Lettres d’un bachelier és musique).
Sin embargo es evidente que, pese a todo, las relaciones de Berlioz, Liszt y Wagner atravesaron momentos buenos y se admiraron mutuamente, aunque no faltaron tampoco las críticas. Wagner mostró una admiración especial por la obra de Berlioz ‘Romeo y Julieta’ de Berlioz: "Debemos honrar a Berlioz como el verdadero redentor de nuestro mundo musical". Y cuando se vieron en Londres en 1855, Wagner dirá a Liszt: "Mi visita a Londres me ha proporcionado un auténtico provecho: se trata de la cordial y sincera amistad que ha nacido entre Berlioz y yo".
"Tocamos la Sinfonía Fantástica, el primer movimiento, quejumboso y melancólico, que nos encanta. Richard dice: ‘es aquí donde Berlioz es el mejor, la escena de campo hace pensar demasiado en la Pastoral, el final tiene falta de flexibilidad y de encanto’. " (Diario Cósima, 5 Octubre 75)
Liszt fue incluso ‘corredor de vino’ húngaro, marca Szekzarder, de 1865 a 1875, entre las casas reales y la nobleza, llego a pagar el mismo las muestras que repartía… todo para ayudar a su amigo Antonio Agusz que lo producía y a la producción húngara.
Creo que una anécdota que muestra esa generosidad y amor fanático por los compositores de genio puede verse en lo que dice en ‘Mi Vida’ el propio Wagner (sobre 1861): "Las obras que se presentaron en aquel festival no valían ciertamente gran cosa. Figuraban entre ellas una cantata de Weisheimar, ‘La Tumba en el Busento’, que pasó inadvertida, pero la ‘Marcha Alemana’ de Draesecke provocó un verdadero escándalo. En esta singular composición, Draesecke, no obstante a estar bien dotado, parecía haberse propuesto mofarse del público. Por motivos incomprensibles, Liszt, que le protegía con un apasionamiento fuera de lugar, obligó a Büllow a que dirigiera dicha prueba. A pesar de que Hans cumplió brillantemente su cometido y hasta dirigió de memoria, el alboroto que se armó fue mayúsculo. No obstante el entusiasmo con que eran acogidas las composiciones de Liszt, no se había logrado que el autor se mostrara una sola vez ante el público y, en cambio, cuando aún resonaba el último acorde de la ‘Marcha’ de Draesecke, con la cual terminaba el concierto, mi amigo de puso de pie en el palco de proscenio y aplaudió acaloradamente la obra de su protegido. Y como el auditorio expresaba su descontento, Liszt se inclinó sobre la barandilla del palco y, tendiendo los brazos, batió abundantes palmas y prorrumpió en enérgicos bravos. Sobrevino entonces una auténtica lucha entre el público y Liszt, cuyo semblante estaba encendido por la cólera. Blandina, sentada a mi lado, estaba como yo desesperada de la inaudita conducta de su padre y pasó mucho tiempo antes de que pudiéramos recobrarnos de aquel incidente. Liszt no dio ninguna explicación. Solo le oímos proferir algunos epítetos de furioso desprecio dirigidos al público weimeriano, ‘para el que aquella música eran aun demasiado buena".
Fue también más tarde, a partir de 1869, ya sin cargo oficial en Weimar, y sin poder por ello estrenar obras en su teatro, profesor de jóvenes de genio que luego fueron grandes compositores. Da lecciones magistrales solo para grandes artistas, pasan allí: Albeniz, Borodin, Saint Saens…. Pese a su falta de cargo público logra en 1877 que se presente en Weimar por primera vez el ’Sanson y Dalila’ de Saint Saens y entre sus protegidos estará desde 1873 d’Indy. Y en 1875 funda la Academia de la Música de Budapest.
Uno de los temas que se ha entendido a veces mal es la gran cantidad de transcripciones y paráfrasis que hizo Liszt.
De unas 1300 obras de su opus, 400 son suyas y lo demás paráfrasis o transcripciones de otros al piano. Aunque es verdad que esta costumbre estaba muy de moda por todos los compositores, era algo popular pues las melodías más famosas de las óperas gustaban mucho y era imposible oirlas con orquesta completa en los salones, pero aun así en el caso de Liszt la cantidad de obras y los autores sobre los que efectuó las transcripciones muestra una voluntad clara de difusión.
En aquella época las obras para orquesta, sean sinfónicas u operísticas, eran de muy difícil difusión, dado que en los salones e incluso en las veladas de la Corte no se disponía de orquesta completa en modo alguno. Así pues Liszt tenía que transcribir las obras de los nuevos compositores para darlos a conocer en sus salidas por toda Europa.
Compositores como Von Büllow:, P. Cornelius, Berlioz, Gounod:, F. Erkel, F. Draeseke, Saint-Saens, Schumann, Schubert ….. fueron dados a conocer por Liszt en muchas ciudades en sus versiones a piano. Y por supuesto, antes que nada, a Wagner. En cada velada introducía un tema wagneriano. Hizo las adaptaciones de todas las sinfonías de Beethoven, que aunque parezca mentira, era aun un gran desconocido en muchas partes.
Escribe Liszt en ‘Lettres d’un bachelier ès musique’: "Me he dedicado escrupulosamente, como si se tratase de la traducción de un texto sagrado, a transcribir para piano no solo la base musical de la sinfonía, sino también sus efectos en los detalles y la multiplicidad de combinaciones armónicas y rítmicas".
Trascribió también óperas. Liszt no seguía a veces exactamente la ópera sino el sentido general. Así en ‘Los Hugonotes’ de Meyerbeer, hizo dos versiones, en la segunda de 1842 modificó su final para que tuviera un cierto optimismo, una ‘salvación’ pese al horror de la matanza de San Bartolomé de protestantes. Esto es algo similar a lo que hizo luego en los Poemas Sinfónicos respecto a los textos de inspiración.
Es interesante ver que su admiración por Wagner era tan inmensa que incluso en un tema donde Liszt era un gran maestro, como es en las transcripciones para piano, escribe es su carta a su hija Daniela el 14 abril 1882:
"Muy diferente pasa con las admirables variaciones de Wagner a la orquestación de la Novena Sinfonía de Beethoven y su adaptación, no menos admirable, del Stabat Mater de Palestrina. Habiéndome ocupado largo tiempo de estos temas, me permito reconocer en este asunto también en Wagner al Maestro de los Maestros".
Wagner escribió un texto con adaptaciones y algunas propuestas de cambios en la orquestación de la Novena Sinfonía, lo que fue muy criticado por algunos puristas.
Uno de los que conocieron a Wagner a través de Liszt fue Hans von Bullow. De joven oye el Lohengrin en Weimar, deja todo y se va a ver a Wagner a Zurich, estudiando con él orquestación. Wagner le recomienda ir a Weimar con Liszt para especializarse en piano, y tras estar allí logra el cargo de Profesor de Piano en el Conservatorio Stern de Berlín.
Dice Wagner en ‘Mi Vida’ (1851): "En aquel invierno me avine aun a dirigir la heroica de Beethoven. En dicho concierto Bullow se reveló como pianista. Temerario, quizás un poco imprudente, escogió la obertura de Tannhäuser arreglada para piano por Liszt, pieza tan ingeniosa como difícil. Büllow causó sensación y a mí mismo me llenó de asombro. Hasta aquel momento no había apreciado su virtuosismo en su justo valor"
Otro ejemplo de su labor generosa y profunda fue su gran Proyecto de una Fundación Goethe que promoviera todo el arte en general en Alemania, crear una especia de olimpiada del Arte anual. Era algo parecido a la idea de Bayreuth, crear un lugar especial para el Arte. Este tema, que le ocupó tiempo y dinero, fracasó por falta de apoyo e interés, lo que desmoralizó mucho a Liszt, que se va retirando de la Corte de Weimar, donde se le empieza a criticar, y se va a centrar más en componer.
En Weimar el Gran Duque le era muy favorable pero su Chambelán era contrario a Liszt "las composiciones de Liszt no son sino manías de un gran virtuoso" (comentario del Chambelán a Wagner). Estamos al final de la era de Weimar.

LISZT; UN CATOLICO FERVIENTE EN EL ARTE

"Yo he tomado partido seriamente como compositor religioso y católico. Dado que este es un campo ilimitado para el Arte y yo me siento con vocación para cultivarlo vigorosamente….. El hecho es, y creo poder decirlo de corazón y con plena modestia, que entre los compositores que conozco no hay ninguno que tenga un sentimiento tan intenso y profundo de la música religiosa como este tu humilde servidor. Además, mis profundos estudios de Palestrina, Lassus, hasta Bach y Beethoven, que son la cima del arte católico, me dan un gran apoyo". Carta a la Princesa Carolina del 16-Sep-56

El tema religioso fue para Liszt algo esencial, es sin duda uno de los autores románticos en el que la religión influye más directamente en su obra. Aunque todo el romanticismo está profundamente imbricado con la espiritualidad y la religiosidad, ésta suele ser más implícita que explícita en las obras artísticas musicales. Si bien es cierto que el Parsifal de Wagner o la Misa Solemnis de Beethoven indican claramente un camino espiritual cristiano profundo, la obra de Beethoven y Wagner en general muestran su espiritualidad de forma mucho menos explícitamente cristiana que la de Liszt.
Liszt tanto en su vida como en su obra trató de expresar una renovación católica constante. Ya de pequeño tiene una pequeña crisis mística y desea ya entrar a sacerdote, pero su padre logra hacerle olvidar este intento, pese a que su mismo padre había sido novicio franciscano, por lo que le puso a su hijo ‘Francisco’ de nombre.
A los 16 años va con su madre a Paris a dar lecciones de piano. Su primer amor, Carolina Saint Cricq es un fracaso pues su padre (Ministro de Comercio) la casa con un Conde. Liszt tiene 17 años (1828). Sufre una gran depresión y enfermedad durante 18 meses de la que sale con los acontecimientos políticos de Julio 1830.
Se hace saintsimonista (un socialismo utópico y cristiano) que es otra muestra de esa constante religiosa de amor al prójimo y al necesitado. Este tema será importante. Saint-Simon se hizo famoso con su ‘"El Nuevo Cristianismo", y Liszt estuvo muy influenciado por este tema, especialmente por la personalidad del sacerdote Lamennais (1782-1854), que le inspiró varias obras y utilizó varios de sus poemas. Lamennais fue excomulgado más tarde por su ‘Palabras de un Creyente’.
Su vida mundana hace que se olvide un tanto de este aspecto religioso durante toda la etapa previa a Weimar, especialmente con su pésima relación con Maria d’Agoult, etapa negra de su vida tanto en lo amoroso como en lo espiritual. No fue un buen padre durante esos años, su comportamiento es errático y mundano. Recordemos la carta 13 Octubre 1855 de Büllow a Liszt: "Vuestras hijas están tristes porque no os ocupais nada de ellas, pero tristes con una resignación verdaderamente cristiana. Esperan en vano desde hace semanas cartas de Paris (Nota: Su madre estaba en Paris). Se lamentan de sus esperanzas frustradas. Les he preguntado con cierta amargura porque no se lamentaban nada de la falta de noticias de su padre. Cósima me ha contestado que nunca se lamenta precisamente de lo que más la hace sufrir".
Su reencuentro con la religión se debe sin duda a la benéfica influencia de la Princesa Carolina. Y se concretará en su etapa final en Weimar.
El Zar de Rusia expulsa a la Princesa Carolina en 1854 debido a la influencia de la familia de su esposo oficial, y por ello la duquesa de Weimar, que es hermana del Zar y gran protectora de Liszt, tiene problemas para seguir protegiendole. Todo esto lo deprime. Liszt está trabajando en la Misa Solemne de Gran para la Catedral de Gran (1856), y allí pide entrar como hermano laico en un convento de Franciscanos.
En 1857 estrena Los Ideales y La Sinfonía Fausto, se inicia un cierto boicot de la Corte y de los nobles hacia Liszt por el tema de su relación con Carolina y por desear una música más ‘fácil’ a la que propone siempre Liszt.
En 1857 el Gran Duque Carlos Alejandro quiere que su teatro sea más popular, con obras que guste a la italiana, y en 1858 Liszt presenta la renuncia. La ruptura total con la Corte de Weimar llega al boicotearse la representación que da de ‘El barbero de Bagdad’ de Cornelius. Renuncia al cargo, pues pone la condición para quedarse el representar el ‘Tristan e Isolda’ de Wagner, no aceptándose dicha condición. Inmediatamente sufre el golpe de la muerte inesperada de su hijo Daniel a los 20 años.
Y por fin el empujón final será en 1861, cuando el Papa anuncia que aprobará la anulación matrimonial de Carolina, Liszt se anima y prepara la boda. Pero las presiones de los familiares rusos del esposo de Carolina hacen que el Papa cambie de opinión y se decida finalmente contra la nulidad. A partir de 1861, Liszt se refugia en Roma. Carolina estará 25 años en un apartamento escribiendo su enorme "Causas interiores de la debilidad de la Iglesia", obra que fue puesta además en el Indice más tarde por el Vaticano. Tras la renuncia a obtener la anulación ambos tienen una etapa religiosa que les durará hasta el final de sus vidas.
Por si fuera poco muere su hija Blandine, Liszt escribe pensando en ella la ‘Leyenda de Isabel de Hungría’, y se va en 1863 un tiempo al convento de Monte Mario. Recibe incluso la visita del Papa Pio IX, quien no se atreve a nombrarlo director de su Capilla por no ser sacerdote y por lo ‘raro’ (para la costumbre clásica imperante aun) de su música religiosa. Pio IX admiró a Liszt, fue su amigo, y trató de ayudarlo siempre que pudo. Escribió carolina: "Nunca he visto dos hombres que se parezcan tanto en sus almas como Pio IX y Liszt"
En 1860 ha escrito su Testamento:
"Este es mi testamento, lo escribo el 14 de septiembre de 1860, cuando la Iglesia celebra la Exaltación de la Santa Cruz. Esta fiesta habla del ardiente y misterioso sentimiento que ha traspasado, como un estigma sagrado, mi vida entera. Si, Jesús crucificado, la locura de la exaltación de la Cruz, era mi verdadera vocación. Yo la he sentido hasta en lo más profundo del corazón desde los 17 años, cuando pedía con lágrimas y súplicas que se me permitiera entrar en el Seminario de París, y esperaba que me fuera dado poder vivir una vida como la de los santos, y a poder ser morir la muerte de los Mártires.. Pero no ha sido así. Pero siempre desde ese momento, en medio de las numerosas faltas y errores que yo he cometido, y de los cuales tengo un sincero arrepentimiento y contrición, la divina luz de la Cruz nunca me ha sido retirada. …. Y para rendir testimonio de mi Fe, deseo recibir los Santos Sacramentos de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana antes de morir, y con ellos obtener la remisión y absolución de mis pecados. Amen."
Liszt se convierte en Abad (Órdenes Menores) a los 54 años, en 1865.

LA MUSICA DE ORGANO EN LISZT:
El Liszt religioso se mostrará artísticamente especialmente en su relación con las obras de Órgano.
Liszt fue el UNICO compositor totalmente romántico que escribió en serio para órgano, y es debido a su fe profunda religiosa y su interés por este instrumento.
"Ignoro porque, pero la vista de una catedral me emociona profundamente. ¿Será por qué la Música es una arquitectura de sonidos, o la Arquitectura una música cristalizada?"
Busca un ‘Órgano sinfónico’: ‘Sus posibilidades de evocación de todo el universo de sonidos’. Tras él solo vemos a Cesar Franck como gran compositor de órgano, pero ya no es un romántico puro. Liszt conoció a Cesar Franck en 1866 y 1878.
Balzac dedicó a Liszt la novela ‘La Duquesa de Langeais’, y en ella dice: "El órgano es sin duda el más grande, más audaz, el más magnífico de los instrumentos creados por el genio humano… Es una orquesta entera a la que una mano hábil puede pedirlo todo".
Tiene unos 47 opus en órgano, muchas son trascripciones para este instrumento de anteriores a piano.
Pero hay tres importantes, especialmente:
- Preludio y Fuga sobre B.A.C.H.
- Variaciones sobre ‘Weinen, Klagen, Sorgen, Zagen’
- Fantasía y Fuga ‘Ad nos, ad salutarem undam’
Aparte tiene las 3 Odas Fúnebres (Trauer Ode), la primera ‘Los Muertos’ es para órgano en memoria de su hijo Daniel.
Sobre la música religiosa de Liszt vamos a hablar más tarde, pero adelantemos que es abundante y de importancia vital.
Sufrirá continuas burlas de Maria d’Agoult o de Rossini, entre otros, por su religiosidad y su vestimenta religiosa, pero él siempre será sincero en su vocación. Incluso cuando tenga fallos en su vida posterior.
En 1877 tiene una etapa mística, se va a Tívoli, donde estará semi retirado en Villa D’Este, se hace Canónigo y termina su Vía Crucis, los Siete Sacramentos y Vals Mefisto.
Tiene una última gran pasión artística con el grupo ‘Los Cinco’ de Rusia: Borodin, Balakireff, Mussorgsky, Cesar Cui y Rimsky Korsakoff


LA OBRA RELIGIOSA EN LISZT

"Hay almas meditativas que la soledad y la contemplación elevan invenciblemente hacia idea infinitas, es decir hacia la religión. Todos sus pensamientos se convierten en entusiasmo y oración, toda su existencia es un himno mudo a la Divinidad y la esperanza. Buscan en la creación y en ellos mismos escalones para subir hacia Dios, expresiones e imágenes para que se les revele el mismo Dios: ¡quizás pueda yo prestarlas algunas de estas expresiones!.
Hay corazones quebrantados por el pesar, rechazados por el mundo, que buscan refugio en el seno de sus pensamientos, en la soledad de su alma, para llorar y tener esperanza y adorar. Quizás se dejen visitar por una musa solitaria como ellos mismos, encontrar un amigo en estos acordes y decir mientras los escuchan: Rezamos con tus palabras, lloramos con tus lágrimas, invocamos tus cantos". Cita de Lamartine que Liszt pone de prólogo para sus 10 Armonías poéticas y religiosas.
Además de escribir su tratado ‘De la música religiosa’ en 1834, Liszt tiene muchas obras de intención religiosa explícita.
Sin pretender ser exhaustivos, vale la pena analizar lo mejor de estas obras, aparte de la música de órgano que ya hemos visto, porque es sin duda una aportación esencial de Liszt que es olvidada casi siempre.
Christus. Oratorio, para solos, coro, órgano y orquesta. Acabado en 1866 pero no pulido y preparado para su edición hasta 1873, es la última obra religiosa de importancia creada por Liszt, para la cual escribió él mismo su texto basado en los Evangelios. Escribir un oratorio sobre la figura de Cristo fue siempre un deseo del compositor -Wagner también pensó, en su juventud, componer un drama lírico sobre Jesús de Nazareth- y al realizarlo, crea la más depurada y profunda de sus obras religiosas.
Se compone de tres episodios: "Oratorio de Navidad", "Después de la Epifanía" y "Pasión y Resurrección" donde se resumen 14 episodios de la vida de Cristo.
Es indudable que en el Christus logra Liszt una expresión religiosa más honda, despojada de toda mundanidad y aparato externo. Es la exaltación de la Cruz.
La leyenda de Santa Isabel. Oratorio, escrito entre los años 1857-1862, sobre un libreto de Otto Roquette, bajo la inspiración de unos frescos que Liszt observó en el castillo de la Warburg. Se narran los episodios sobresalientes de Isabel, la ilustre Princesa de Hungría. Consta de dos partes y seis episodios, que describen la boda de la Princesa de Hungría con Ludwig, Landgrave de Eisenach; luego el encuentro de Ludwig, volviendo de una cacería encuentra a su esposa socorriendo a los pobres, Isabel y el milagro de las rosas. Después las escenas épicas de los cruzados, la muerte del Landgrave, y por fin la expulsión de Isabel y la muerte de la Santa. Es la más celebrada de sus composiciones religiosas. Como se ha hecho observar muy bien, este oratorio, a pesar de su carácter, participa del poema sinfónico en sus momentos descriptivos -que son intensamente evocativos- y de la ópera por la fuerza dramática con que las pasiones en pugna están expresadas en las partes vocales.
Misa de Gran, en re (Para solistas, coro, orquesta y órgano). Escrita en 1855 y destinada a la inauguración de la catedral de Gran, en Hungría. Como Beethoven en su Misa solemne, aquí Liszt se aparta de los cánones habituales de la música litúrgica, y por ello en ambos casos fue criticada por los que las encargaron. Del mismo modo que en las partituras sinfónicas, el elemento "romántico" interfiere en el desarrollo de las formas canónicas de la misa. El dramatismo religioso de esta música tiende a crear "efectos" que, no obstante su belleza musical y su innegable sinceridad, chocan al asistente a una liturgia. Liszt decía que "había rezado esta misa, más componerla". Es una gran sinfonía dramática.
El Cardenal Primado de Hungría se la encarga. Se celebra el agosto 1856. Fue un escándalo, pues su música no es litúrgica, es sensible, y no adecuada quizás a ser tocada en una catedral. Nos dice uno de los críticos: "Liszt comete sin embargo un error, el de encerrar su obra bajo las bóvedas de una catedral, donde la libertad de su expresión hizo el efecto de un desorden. Todo lo que es fuerza y pasión se perdió en la vasta resonancia de la basílica. Los cantos planos, con su potencia unísona, la armonía simple o masiva se adaptan mejor a esa arquitectura".
Su conocimiento de la Misa como composición puede verse en su carta del 27 agosto 1861 von Büllow sobre una posible celebración por parte de éste de la Misa de Gran: "En la Iglesia Católica la composición de una Misa se compone normalmente de 7 trozos musicales: Kyrie - Gloria - Credo - Sanctus - Benedictus - Agnus Dei y Dona Nobis Pacem (estos dos últimos están siempre unidos uno al otro). Y hay dos partes más, ‘ad libitum’, muy a menudo escogidos entre obras de otro compositor distinto al de la Misa, y que se llaman Gradual y Offertotium. El Gradual se coloca tras el Gloria, antes de la lectura del Evangelio que sigue inmediatamente al Credo. Y el Ofertorium tras el Sanctus y el Benedictus, antes del Agnus Dei. El texto se saca del Nuevo o Antiguo Testamento o de los Himnos y Oraciones de la Liturgia. Por ello mis ‘Beatitudes’ son perfectamente adecuadas para servir de Gradual, y ofrecerán al auditorio un punto de reposo favorable entre el Gloria y el Credo".
Efectuó otras muchas obras, como la Misa coral, en la menor (1886), la Misa, en do menor. Con órgano (1881), la Misa húngara de la coronación, en mi bemol (1866-1867), para la Coronación de Francisco Jose I como Rey de Hungría, la Misa para voces de hombre (1848).
Y una infinidad de obras como An den Heiligen Franciskus (Al santo Francisco) (1862), Angelus (Con coro de ángeles) (1849), Contentibus organis. Solo de contralto y coros (1881), Le Dieu des magyars (El Dios de los húngaros), para voces masculinas con poema del poeta húngaro Petöfi (1881), 10 Himnos eclesiásticos. (uno es el Himno Pontifical al Papa Pio IX en órgano de 1843. Pasó a piano en 1864. Se usó luego en el Christus en el diálogo de Cristo y San Pedro tras la resurrección), Nun danket alle Gott (Agradezcamos a Dios), el Requiem para voces de hombre, 1868, se dice que en memoria del Emperador de México Maximiliano, pero él dijo que era por su Madre Anna Liszt muerta en 1866, y sus hijos, San Francisco de Asís (1885), Leyenda de Santa Cecilia, para voces femeninas (1875), un Vía Crucis, 14 escenas sobre la Cruz (no se estrenó hasta 1929 en Hungría), los Weinachtsbaum (El árbol de Navidad), y los Salmos 13, 18, 23, 116, 129, 137 (de ellos podemos recordar la carta de Büllow a Liszt "Mil gracias por la satisfacción que me ha dado el recibir tu Salmo. Es una obra sublime. Sois sin duda el verdadero fundador del ‘Arte de la música religiosa’, y me postro ante el autor de esta obra de arte cuya elevación y su puro sentido profundamente religioso se contagia a quien se acerca a esa obra con un poco de inteligencia y sin demasiado materialismo en los sentimientos". 30 Septiembre 1855)
Tema aparte son las 10 Harmonies poètiques et religieuses (Armonías poéticas y religiosas), dedicadas inicialmente a Lamennais pero luego a Carolina, son una recopilación de música religiosa sensible y de profunda emoción, contiene por ejemplo el nº 3 Bénédiction de Dieu dans la solitude (Bendición de Dios en la soledad,. surgida del poema homónimo de Lamartine. El nº 4, Pensée des morts (Pensamiento a los muertos). El título da el carácter de la obra en memoria de sus muertos queridos, especialmente de Carolina de Saint-Cricq. Un Pater Noster bajo tema gregoriano, el nº 8, Miserere. Según Palestrina, con las palabras del Salmo 51 y el nº 9, Andante lacrimoso, responde bien a su título: "Tombez, larmes silencieuses".
Vale la pena resaltar también las 2 Leyendas de 1863, la Nº 1 de San Francisco de Asís predicando a los pájaros. Y la Nº 2. San Francisco de Paula caminando sobre las olas, dos páginas muy conocidas del género melódico-sentimental-religioso. El primero lo tocó al Papa Pio IX cuando le visitó en su refugio de Monte Mario.
Otro ejemplo del sentimiento religioso expuesta en la música se ve en su "Preludio y variaciones, sobre el tema de la canción ‘Weinen, Klagen, Sorgen, Zagen’ de Bach".
Se trata del texto del 1er Coro de la Cantata BWV 12 de Bach "Lágrimas, lamentos, preocupaciones, miedos, angustias y miserias son el pan amargo de los cristianos" de 1714, que luego uso ese mismo tema musical en la Cantata ‘Jesu, der du mein Seele’ y en el Crucifixus de la Misa en Si Menor de Bach. Liszt acaba de saber la muerte de su hija Blandine en 1863. Aunque toda la obra refleja dolor, acaba en un majestuoso triunfo del amor sobre la muerte, de resignación, "Lo que Dios hace, está bien hecho".
Las últimas obras de Liszt muestran sin duda un pesimismo y su estado consciente ante la muerte. Vemos así ‘Nuege Gris’, ‘La Gondole Fúnebre’ (1881), ‘Czurdas macabras’ (1882), ‘Richard Wagner en Venecia’ (1883), ‘Preludio y Macha fúnebre’ (1885)


Franz Liszt
Un franciscano con clase


"El amor me ha salvado de mí mismo, el arte me ha salvado del amor, la religión me ha salvado del arte, porque todo pasa, excepto Dios". Esta afirmación tan densa de fe nos viene de un gran pianista, el más grande de la historia: Franz Liszt, nacido en 1811 en Raiding (Hungría) y muerto en 1886 en Bayreuth. Liszt fue el concertista más admirado, más discutido, mejor pagado de Europa, con éxitos comparables a los que obtuvo en la década anterior otro gran músico: el violinista Nicolás Paganini.
Su vida está marcada por el éxito desde joven, con conciertos por toda Europa, suscitando en todas partes la mayor aprobación y estupor por su modo revolucionario de tocar. A finales del 1847 abandonó su carrera concertista y se estableció en Weimar, como director de la Capilla de Corte; durante casi una década se dedicó a la composición, a la dirección de orquesta y a la enseñanza. En 1861 Liszt salió de Weimar para establecerse en Roma, que se convirtió en su residencia habitual hasta la muerte, y en 1865 recibió la tonsura y las órdenes menores.
Como explicó el mismo Liszt a Hans von Bulow, otro célebre pianista, en 1865, este gesto suyo no fue una conversión propiamente dicha, sino la consecuencia natural de su manera de vivir: "Sin la música -dirá poco antes de morir- me habría entregado totalmente a la Iglesia y habría sido simplemente un fraile franciscano.. Las aspiraciones de mi juventud y las de mi vejez se han encontrado". Se hizo Terciario franciscano en 1857, estrechando sus lazos con el Santo de Asís, de quien llevaba el nombre de Franz, recibido de su padre Adam Liszt, terciario franciscano también él.
El conocimiento de los frailes franciscanos por parte de Liszt tuvo lugar a partir de 1823, después de su primer gran éxito en la ciudad de Pest; su padre Adam lo llevó al convento de los franciscanos para encontrarse con un amigo suyo, Joseph Wagner, convertido en Padre Johan Capistrano. Aquella primera visita a los franciscanos quedó bien impresa en el ánimo del joven Liszt, que volverá a ellos buscando descanso para su alma, a veces exaltada, perdida, agitada; y para saludar al Padre Johan, que mientras tanto lo habían hecho guardián.
Las relaciones con el convento, sobre todo con el Padre Johan, quedan bien resaltadas por el hecho de que Liszt dedicó la misa a 4 voces y órgano, compuesta en 1848, a otro padre franciscano, el P. Joseph Albach.
Liszt regresó al convento de Pest en 1846, y de nuevo en agosto de 1856; a su amiga y confidente la princesa Carolyne Wittgenstein así le escribe: "Mis viejas relaciones con este con este convento no han disminuido con los años y los franciscanos me han recibido como uno de ellos", aunque es consciente que su ánimo era "mitad zíngaro (húngaro) y mitad franciscano".
Su vocación religiosa se manifestó ya en la adolescencia, mediante crisis místicas e impulsos hacia la vida eclesiástica, de lo que fue disuadido por el padre, el confesor y los amigos. Su atracción por la vida religiosa se adormeció desde su encuentro con Gerge Sand, con Marie d'Agoult y con otras tantas mujeres que aparecieron en su vida, distrayéndolo de su sentir profundo, que nunca le faltó. El 8 de septiembre de 1856 Liszt decidió y solicitó entrar en la Orden franciscana de Pest como "confrater seraphicus", primer grado de la jerarquía franciscana. Tal opción comportaba el derecho a vestir el hábito franciscano y poder ser sepultado con él.
Liszt coronará este deseo suyo el 11 de abril de 1858, cuando fue recibido solemnemente en la Orden franciscana (seglar) en el convento de Pest.
La devoción por el Pobrecillo de Asís llevará a Liszt a viajar a Umbria, para visitar la ciudad de San Francisco el 5 de julio de 1868. La ciudad era ya meta de eruditos, apasionados del arte, hombres de fe y no creyentes. Entre los distintos personajes que visitaron Asís se recuerdan ilustres escritores como Jean Jacques Antoine Ampére y Antoine Claude "Valery", el alemán Wolfgang von Goethe y el estadounidense James Henry. Liszt empieza su visita en la Basílica de Santa María de los Ángeles y la concluirá en la Basílica de San Francisco, esto porque deseaba ardientemente ir enseguida a rezar a la Porciúncula, "la adorable capillita" de San Francisco.
Llegado a la Basílica de San Francisco, Liszt se queda extasiado, admirando los frescos de Cimabue y las cuatro velas sobre el altar mayor de la basílica inferior. Lo acompañaron en su visita el inseparable abad Solfanelli, el Padre Ruggeri y el profesor Cristofani, historiador de la ciudad, que le explicó "las cosas memorables y las maravillas de este monumento de la catolicidad". De la meditación y el recogimiento surgió en la mente del músico la inspiración para componer el motete "Mihi autem adharere", ofertorio de la Misa de San Francisco, que le dió el Padre Alejandro Borroni, maestro de capilla de la Basílica durante 40 años, desde 1856 hasta 1896, del que se recuerda su composición más célebre, la antífona Tota Pulchra que cada año se canta en las iglesias franciscanas el día de la Inmaculada.La mañana del 6 de julio el abad Solanelli celebró la eucaristía en la tumba de San Francisco y por la tarde salieron con destino a Fabriano.
En la paz de la ermita de Monte Mario Liszt se dedicó a componer. La lectura de las Florecillas de San Francisco, del Cántico de las Criaturas, del libro de F. Ozanam sobre los Poetas franciscanos en Italia y de la Vida de San Francisco de Giuseppe Miscimarra, le inspiraron la composición de dos piezas para piano: El Cántico de las Criaturas de San Francisco y la Leyenda de San Francisco que predica a los pájaros.
Liszt permaneció en Asís menos de dos días, pero, no obstante la brevedad de su visita, podemos subrayar dos aspectos importantes de su sentirse franciscano.
Ante todo el sentirse en contacto íntimo con la humanidad y con la naturaleza en general. Él escribe: "Yo no vivo para mí mismo, sino que me hago parte de todo lo que me rodea". Decía además que "la música es una de las manifestaciones humanas, por lo que es inseparable de la vida de la humanidad, y hay que considerarla en estrecha relación y en intercambio recíproco con ella".
Liszt no cantó sólo al ánimo humano, sino a la misma naturaleza, interpretando musicalmente la naturaleza de los paisajes, de los cuadros, de los poemas literarios, de los estados psicológicos, por lo que habría que mirar la universalidad de su música, más que el simple aspecto virtuoso.
Después de una vida marcada por el éxito, por las ganancias millonarias, Liszt murió franciscanamente (dejando su túnica, algunas camisas y siete pañuelos), no por haber disipado su fortuna, sino por haberla dado a amigos, músicos y desconocidos... Dos breves episodios ilustran su exquisita caridad. Un día, durante uno de sus tantos conciertos, no teniendo dinero consigo, se arrancó un botón de oro del chaleco, para dárselo a un pedigüeño; otra vez, en cambio, vendió su reloj, con tal de tener algo que dar a una viuda que le pedía la caridad.
Los dos puntos fuertes de toda la ética lisztiana son la Verdad y la Caridad, según la cita de la carta de San Pablo a los Efesios (4, 15).
El abad Lamennais dijo de él, cuando Liszt era joven: "Es una de las almas más bellas y nobles que he encontrado en la tierra".

Fr. Giuseppe Magrino Ofmconv.
Traducción de Fr. Tomás Gálvez

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San Francisco y la música
"Ebrio de amor compasivo por Cristo, San Francisco exteriorizaba así sus sentimientos: la dulce melodía espiritual que bullía en su interior, la expresaba frecuentemente en francés, y el soplo del susurro divino que furtivamente percibía en su oído estallaba en júbilo, manifestado en la misma lengua. A veces tomaba un palo del suelo, lo apoyaba en el brazo izquierdo y, con otro palo en la mano derecha, lo rasgueaba, a modo de arco, como si de un violín u otro instrumento se tratara; y cantaba en francés a Jesucristo con gestos acompasados. Todo ese regocijo terminaba, finalmente, en lágrimas, y el júbilo se deshacía en compasión por la pasión de Cristo. Con eso exhalaba continuos suspiros y, redoblando sus gemidos, se olvidaba de lo que traía entre manos y se quedaba absorto, mirando al cielo". (Espejo de Perfección, 93)

4 comments:

Anonymous said...

Estimado amigo siempre es un gran gusto leer los artículos que publicas en tu blog, estoy muy agradecido por lo del gran Liszt. Se que eres admirador de la música de Bach del cual he publicado recientemente sus 6 suites para violoncello solo interpretados por Pierre Fournier, si no cuentas con ellas espero que te agraden mucho.
Saludos cordiales y las bendiciones de nuestro Señor.

Jorge Pérez said...

Me alegro mucho de que pongas cosas de Bach en tu blog, ya que como bien dices es de mis compositores preferidos, casi por no decir mi preferido. Seguro que lo descargaré, ya que no conozco la versión.

Un cordial saludo.

Miriam Gómez-Morán said...

Gracias por este post sobre Liszt. Todo lo que podamos hacer por mejorar la comprensión de su figura y su obra es bienvenido.

Jorge Pérez said...

Muchas gracias a ti por leer el blog y por tu comentario y tu contribución al mundo de la música y también a la figura de Liszt en particular.

Un saludo cordial.